Dimensionar la instalación fotovoltaica y mantenerla, ajustar la inversión y recuperarla, y sacarle la máxima rentabilidad a los excedentes
Ni uno más ni uno menos. Lo hemos oído mil y una veces. Tantas como cálidas noches en los célebres cuentos infantiles de Persia. No hay que empezar la casa por el tejado, aunque se trate de placas solares y se llegue hasta ellas en la azotea sobre una alfombra mágica. Eso sí, allí en el desierto de Arabia luce el sol como para poner una instalación fotovoltaica a funcionar ya mismo. Hay que buscar siempre la máxima rentabilidad, pero como ha explicado Jorge Morales de Labra en Más vale Tarde de La Sexta, con los pies en el suelo y la calculadora en la mano. Solo son 5 pasos para sacarle el máximo partido sin tener que escuchar cuentos chinos. Esos son ya otra historia, aunque de allí vengan la mayoría de paneles.
En 2019 la mayor parte de las instalaciones fotovoltaicos se realizaron en el sector industrial (60% del total) mientras que tan solo 1 de cada 10 fueron para uso doméstico
¿Por dónde empezar? La eterna pregunta, incluso, antes de empezar a pedir ofertas. Lo malo es que no tiene una única respuesta. Bueno sí, una por casa. Cada una es diferente y no solo por su orientación. Así que lo primero que hay que hacer, por muy evidente que parezca, es (1.) dimensionar la instalación. Es decir, averiguar cuántos paneles hay que poner. Algo que solo se puede saber haciendo un detallado estudio del consumo hora a hora. Sí, el tamaño de la instalación importa. Depende de dos aspectos críticos: tejado disponible y curva de consumo. Del mismo modo que no es lo mismo utilizar electricidad por la mañana que por la tarde tampoco lo es que la orientación sea Sur u Oeste.
Solo la combinación de ambas dará lugar al tamaño más adecuado de la instalación. Lo mismo sucede en las comunidades de propietarios. También se pueden instalar, pero hay mucha menos flexibilidad a la hora de optimizar su colocación. Dimensionar suele ser más complicado cuando toca repartir el tejado disponible entre los vecinos y que también dependerá del consumo de cada uno. Por tanto, primero dimensionar bien y luego comparar ofertas prestando atención a todos los detalles. No es lo mismo una instalación de 6 kW que una de 4 kW, aunque sea un poco más económica. ¡Es casi la mitad de energía! Mucha diferencia, no pueden costar parecido.
Ante la duda, lo mejor siempre es dejarse asesorar por un buen profesional que tenga en cuenta estos dos factores críticos. Ahora sí, con los cálculos bien hechos es el momento de (2) ajustar la inversión. En términos generales una instalación fotovoltaica debería cubrir en torno al 30% del consumo total de energía de cada hogar. Es una media, pero hay que tenerlo en cuenta antes de pensar en el coste de la instalación. Entre 5 y 10 mil euros para viviendas unifamiliares y de menos de 5 mil por persona en las comunidades. Más barata por dos razones. El coste de una instalación más grande es siempre menor que la suma de varias individuales. Y el segundo motivo viene limitado por el propio espacio, hay menos tejado a repartir entre los vecinos.
Las cuentas siempre bien claras porque los costes no son ninguna broma. La clave, por tanto, está en que se puede amortizar si el dimensionamiento es el más adecuado. Su importancia es vital. Sí, (3.) recuperar la inversión es posible, pero a largo plazo. Lo normal es que una instalación fotovoltaica tenga una rentabilidad de en torno al 5%. ¿Eso es mucho o poco? Pues según se mire… Esa misma cantidad de dinero depositada en un banco, hoy en día, no daría ningún beneficio. Nada de nada. Siendo prácticos, y pensando en el tiempo, la amortización de las placas solares llega a los 10 o 12 años. Eso sin contar que, además, se está revalorizando la casa en la que se instala. Mucho más beneficio del que se puede imaginar.
Y es que en todo esto de la rentabilidad y de la amortización es fundamental el (4.) mantenimiento de la instalación. La duración de los paneles, entre otros aspectos. Ahora mismo, suelen tener una garantía de producción de 25 años. Es decir, el fabricante garantiza que en ese tiempo la producción va a caer como máximo un 20% de su eficiencia. Por si esto fuera poco también tienen 10 años de garantía de producto. Algunos, incluso más. Sin duda, mucha más seguridad. Fabricantes hay muchos. Eso sí, hay que tener en cuenta que todos los fabricantes no son ni mucho menos iguales. De nuevo la figura del asesor vuelve a ser fundamental para acertar con la mejor elección.
Además, por muy bien dimensionada que esté la instalación siempre sobrará algo de energía. Se produce más de la que se consume. No es una cantidad residual como muchos podrán pensar. En algunos casos más de la mitad de la producción. Así que es el momento de volver a hacer números para ver cómo se pueden (5.) rentabilizar los excedentes. La primera opción es la llamada compensación simplificada. Menos recibo de la luz. Se descuenta la que sobra durante el día de la que se consume cuando no hay producción. Tiene un límite, no se puede vender más de la que se compra. Muy sencilla, directamente en factura, pero limitada al consumo.
Otra opción es venderla directamente. De 100 a 400 euros anuales que no es poco. Más compleja. Hay que tributar IVA e IRPF por los beneficios que se generan. Eso sí, es posible deducirse la fuerte inversión inicial. Tampoco hay limitaciones, se puede vender todo el excedente sin restricciones. Ya es posible que en vez de pagar el recibo de la luz se cobre de la compañía eléctrica todos los meses. El sueño de más de uno se hace realidad. La factura de la luz puede empezar a dar alegrías. Para conseguirlo no hay que empezar la casa por el tejado, y tener siempre los pies en el suelo. Más cuentas claras, y menos cuentos chinos.