Ventilador, pingüino o aire acondicionado… Todos a examen para encontrar el sistema de refrigeración más eficiente con el que combatir el calor.

Ni frio ni calor y eso no son 0o como se dice popularmente. Lo ideal sería siempre entre 23o y 25o. Increíble disfrutarlos constantemente a lo largo de todo el año. Algo que solo ha conseguido el hombre a través de su capacidad para adaptarse al clima. Calor en invierno y fresco en verano. Tanto han evolucionado las tecnologías de climatización en los últimos tiempos que ya en casi todos los hogares se puede encontrar alguno de los siguientes elementos: ventilador, pingüino, o aire acondicionado. Sin embargo, ni todos funcionan igual ni consiguen el mismo efecto. Tampoco, claro, consumen lo mismo. Por este motivo Jorge Morales de Labra ha estado en el programa Más vale Tarde de La Sexta para examinar a los sistemas de refrigeración más habituales. ¿Cuál conseguirá dar más frío con menos electricidad? Antes, mejor conocerlos en profundidad.
Empezando por el más básico de todos y, quizá, el más extendido, el ventilador. Todo un símbolo del cine y la televisión para ambientar otros tiempos en los que era recibido como un soplo de aire fresco. Ahí está su clave. No enfría, no hay que engañarse. Lo que hace es simplemente mover aire generando una sensación térmica de cierto frescor que no es lo mismo. Eso sí, su ventaja está en el precio. El más económico y con mucha diferencia, tanto en coste de adquisición como en consumo de energía. Encendido todo el verano durante las horas de más calor cuesta menos 5 euros al año en electricidad. Casi nada y más si se reparte entre los meses de junio, julio y agosto, ¿verdad? Barato, pero de utilidad, por tanto, muy limitada.

Diversos estudios demuestran que 25o es la temperatura confort en verano siempre que vayan vestidas convenientemente. Así, la insatisfacción se reduce a menos del 5%
Cuando el calor aprieta se necesita algo más de frío, ¿verdad? Por eso, el pingüino es la opción favorita de los que no quieren complicarse la vida con una instalación. Los hay de varios tipos y como casi todo tienen sus pros y también sus contras. Para que funcionen relativamente bien tienen un tubo, como el de escape de los coches, por el que sale aire caliente. Así que lo normal es que el frio que se gana por un lado se pierda por otro sitio. También los hay que funcionan con agua como refrigerante. Producen también un efecto de bajada de la sensación térmica como el sudor cuando sopla un poco de aire. El problema es su eficiencia. Consumen más energía que el frío que dan y eso se nota en el precio. De entre 25 y 50 euros anuales.
El gasto de un aire acondicionado con etiqueta A+++ es de apenas 15 euros por habitación, pero si su clasificación energética es F la cifra puede disparar hasta los 50 euros

Siempre son mejor que nada y más en los casos en los que no se puede hacer una instalación de aire acondicionado que es la auténtica estrella de la refrigeración. Su adquisición y, precisamente, el montaje pueden encarecerlo, pero a la larga compensa y mucho. Sin duda, la solución más eficiente porque con muy poquita electricidad consigue dar mucho frío. Si, porque lo que hace es calentar el aire del exterior. Poco gasto energético, pero solo si se usa de forma correcta y regulándolo adecuadamente empezando por la temperatura. 25o es suficiente para la mayoría de las personas. Evidentemente no tiene que ser la misma que la de la calefacción en invierno porque tampoco se va vestido de la misma forma. Aun se puede hacer más…
Redimensionar la potencia para enfriar mejor (100 frigorías por m2 de habitación) y reforzar los revestimientos de las ventanas para mejorar la eficiencia energética
25o y sistema inverter. Fundamental al hablar de aire acondicionado y eficiencia energética. La diferencia es muy sencilla. Los aparatos más clásicos solo tenían dos posiciones. Solo encendido o apagado. A elegir, aire frío a tope o nada de nada. Sin término medio. La tecnología inverter es mucho más inteligente, por así decirlo. Permite controlar la velocidad de giro del motor. Así, según se acerca a la temperatura de consigna la disminuye. Menos oscilación en la temperatura y un ahorro de hasta el 30% en energía. Casi una tercera parte con solo evitar las arrancadas y paradas de la máquina. Además, al no someterla a esas bruscas variaciones dura más. Menos averías y mantenimiento. Todo son ventajas.

Fundamental mantener una temperatura constante de 25o porque cada grado de menos puede suponer un incremento de la factura de la luz de más del 7%
Mejor siempre puesto de forma constante a una temperatura estable. Por eso, es fundamental fijarse en la etiqueta a la hora de comprarlo. No solo por la clasificación energética, aunque, por supuesto es muy importante. Mientras que uno A++ consume tan solo 15 euros al año, otro de clase F puede disparar la factura de la luz hasta los 50 euros. Tanta diferencia que puede llegar a suponer la amortización del coste del aparato de aire acondicionado. Sin embargo, además, hay que fijarse en otros datos como el nivel de ruido. Viene reflejada en la etiqueta tanto para la unidad interior como para la exterior. Lo ideal sería que estuvieran en cifras cercanas a los 40 dB similar al de otros electrodomésticos como el frigorífico. Todo para olvidarse de los calores del verano sin vaciarse el bolsillo ni sufrir una molesta contaminación acústica.