No hay marcha atrás. La apuesta de España es por las renovables y pasa por el cierre de todas las centrales nucleares en menos de lo que se piensa. En menos 15 años ya no producirán electricidad, pero ¿por qué mientras se le sigue comprando esta energía a Francia?
Hay que reconocerlo. Francia es un país especial. El más extenso de Europa y el principal destino turístico de todo el mundo. Más que cualquier otro lugar del planeta, pero lo malo es que la mayoría tan solo visita una ciudad y no hace falta decir cuál. También tiene el viñedo más grande de todo el continente y es el que mayor variedad de quesos produce. Más de 400 y ya se sabe lo que decía Mitterrand… El metro más antiguo, una de las mayores colecciones de Arte, con permiso del Museo del Prado, en Versalles casi 800 hectáreas de jardines… No hay quien la pueda igualar en muchos aspectos y el croissant no es uno de ellos porque lo cierto es que es austriaco.
El caso de Francia es especial, y no solo por estas curiosidades. También por la forma en la que produce la electricidad con la que se mueve. El 70% de la energía eléctrica que genera es de origen nuclear. Justo al contrario que en el resto de Europa donde, en general, se está dejando atrás esta tecnología. El problema de este tipo de centrales es que no tienen término medio. Siempre están funcionando sin poderse detener. Es decir, que una vez que se enciende un reactor se mantiene al 100% de carga durante un año y medio. No se para nunca hasta que se vuelve a recargar de combustible. Tiene sus ventajas, pero tiene un gran inconveniente. No se puede ajustar la producción a la demanda. Por eso, lo que sucede en este país, especialmente, por las noches y los fines de semana es fácil de entender.
2023 fue el año más renovable de la historia y en el que España ha marcado un hito. Por primera vez más de la mitad de la electricidad que se consume se ha producido con renovables y cada vez irá subiendo esta cifra.
En los momentos en los que para la industria francesa y hay menos consumo doméstico les sobra un montón de energía. Las centrales en las que se puede regular la potencia son casi la excepción y como no pueden parar deben vendérsela a los países más próximos. Por eso, hay determinadas horas en las que exporta toda la que puede y cuando en España no hay suficiente sol y viento sale muy rentable comprársela, pero única y exclusivamente por una cuestión de precios. Casi regalan toda la energía que generan. Más barata que cualquier otra fuente y eso es lo único que la hace atractiva.
El problema o debate de las nucleares en España hace tiempo que dejó de ser una cuestión ideológica. Más bien se trata de un tema económico. Son mucho más caras que las renovables y tampoco es que ya hagan falta.
Por el contrario, la situación en España es muy distinta. Para empezar porque hay muchas menos. Tan solo 7 y juntas aportan el 20% del total de la producción eléctrica del país. ¡Está claro! Ya no son tan necesarias como al otro lado de los Pirineos y, además, son mucho más caras que las renovables. Tanto que solo son rentables en la medida en la que traspasan determinados costes asociados a los consumidores. Solo hay que fijarse en un dato. Ahora que se está hablando de su desmantelamiento y cierre programado y del coste que tendrá a medio y largo plazo la gestión de los residuos radioactivos, las centrales nucleares españolas se están haciendo las suecas. Los propietarios se están echando a un lado y quieren que todo lo pague el Estado a través de Enresa. Es decir, que se pague entre todos en los recibos y no puede ser.