¿Qué tienen que ver los árboles con el precio de la luz? La clave está en los derechos de emisión de CO2. En 2020 la deforestación creció un 12% y 4,2 millones de hectáreas de bosques tropicales equivalen en dióxido de carbono a 570 millones de coches circulando todo el año.
La deforestación, los incendios y la agricultura sin control son las principales causas de que 2020 haya sido el tercer peor año para los árboles de toda la historia. Durante esos 366 días el planeta perdió un 12% más de superficie verde que el año anterior y eso es mucho. En total, más de 4,2 millones de hectáreas de bosques tropicales. Difícil hacerse una idea del tamaño del problema, pero esa misma superficie es la que tiene Países Bajos. Justo al otro lado del mundo se encuentra Brasil. El país más afectado seguido de la República Democrática del Congo, Bolivia, Indonesia, y Perú. Tampoco hace falta ni decir la importancia que tiene la vegetación para la vida. Por sí sola es capaz de mitigar la tercera parte de los efectos del calentamiento global.
En 2020 Brasil perdió un 25% más de masa forestal que durante todo el año anterior. Mientras que en Indonesia y Malasia la deforestación se ha reducido por cuarto año consecutivo.
Precisamente en Brasil se concentra casi un tercio de la destrucción de los bosques durante el pasado año. En total perdió 1,7 millones de hectáreas. 25% más que en 2019 y eso es demasiado incremento. La emergencia climática agrava la situación. Las zonas húmedas se están secando lo que favorece la propagación de los incendios. También dificulta su extinción. Sin embargo, hay esperanza en otras regiones. Indonesia y Malasia, a pesar de seguir ocupando los primeros puestos de la lista, progresan bien. Buenas noticias, la deforestación cae allí por cuarto año consecutivo. Y es que toda esta pérdida de bosques equivale a la emisión de 2,64 gigatoneladas de CO2. La misma cantidad que generan 570 millones de coches a lo largo de un año y eso son muchos vehículos en funcionamiento. Más del doble de los que circulan en Estados Unidos.
Y ya se sabe, los árboles transforman y retienen el dióxido de carbono que el hombre genera con sus actividades diarias. Así, menos masa forestal supone una mayor concentración de CO2 en las capas altas de la atmosfera. El responsable del calentamiento de la superficie de la tierra. Por eso, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero se ha convertido en un objetivo mundial. Sin ir más lejos, para controlarlas y limitarlas, hace 15 años la Unión Europea creó los derechos de emisión de CO2. Se pueden comprar, vender y son ya una auténtica burbuja especulativa. Si en 2017 emitir una tonelada de dióxido de carbono costaba menos de 6 euros, el pasado rondaba los 25. Pues en 2021 ha doblado su precio. Además, están sometidos a un factor de reducción lineal. Cada año hay menos premisos en circulación por lo que seguirán aumentando de valor.
Toda la deforestación de 2020 equivale a la emisión de 2,64 gigatoneladas de CO2. La misma cantidad que sale por el tubo de escape de 570 millones de coches a lo largo de un año.
Continuarán subiendo porque la idea para el año 2030 es que las emisiones permitidas sean aún menores. Menos de la mitad que en 1990. Objetivo aún más ambicioso que el anterior que era rebajarlas en tan solo un 40%. Pues todo esto lo que está haciendo es que muchas empresas emisoras estén ya adelantando la compra de derechos de emisión de CO2. También disparando su valor. Y sí, tal y como ha contado Jorge Morales de Labra en La Sexta Noticias eso afecta al bolsillo de los consumidores. En España, de momento no al combustible, pero ya se puede sentir en los recibos del gas y, sobre todo, de la luz. No hay más que echar un vistazo a la última factura. 13% de incremento y las grandes beneficiadas son las centrales nucleares e hidroeléctricas. No emiten CO2, pero se aprovechan del encarecimiento para hacer crecer sus beneficios.