Como con los móviles dependiendo de la marca y origen del fabricante hay tres tipos de conectores que se consideran estándar. Tantos como modos de carga del coche eléctrico, por suerte las electrolineras están obligadas a tenerlos todos.
Cables, baterías y cargadores. Desde el smartphone hasta el robot de limpieza. También en las tabletas, ordenadores y, por supuesto, en los coches. Todos la tienen, pero son otra cosa. Tan frecuentes que ya no deberían pillar a nadie por sorpresa. Más bien todo lo contrario. Se está tan acostumbrado a utilizarlos que ahí es donde suelen empezar las preguntas. No son pocas y están todas juntas en el cajón de la tecnología obsoleta. No hay casa en la que no lo haya. Siempre hasta los topes de conectores y adaptadores. Uno por cada móvil que se ha comprado en los últimos 10 años. Lo que ha cambiado todo desde entonces. Ahora la cosa se ha reducido un poco y solo hay 2 o 3 modelos para cagarlos. ¡Menos mal!, porque precisamente ahí, en la batería, es donde se concentran la mayor parte de las dudas del coche eléctrico.
Entre 700 y 1.200 euros dependiendo de la distancia al contador suele costar la instalación de un punto de carga y solo el cable otros 200. El Plan MOVES III trae ayudas de hasta el 70%.
Y la primera de todas es siempre sobre cómo cargarlo de energía. Pues tal y como ha explicado, Jorge Morales de Labra en Cuatro al día de Cuatro TV, más sencillo imposible. Hay tres opciones y la primera es la llamada (1.) carga vinculada. Pero, ¿vinculada a qué? Al hogar o también a una plaza de garaje. No es imprescindible tenerla, pero simplifica mucho las cosas. Tampoco es exclusivo de grandes casas ni viviendas unifamiliares. La mayoría de las personas que ya tienen coche eléctrico residen en pisos. Por eso, hace tiempo se cambió la Ley de Propiedad Horizontal. Para que el que quiera disfrutar de los beneficios de la movilidad sostenible pudiera instalar su propio enchufe en el garaje comunitario. Más sencillo aún, porque además el Plan MOVES III incluye entre las ayudas el 70% de la instalación del punto de carga. Ya no hay excusa.
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También hay que saber que a esta modalidad también se la llama carga lenta y no es casualidad. A razón de 7 horas por cada 100 kilómetros de autonomía. Más lento, pero muy económico. Menos de lo que cuesta un litro de combustible para recorrer toda esa distancia. Pues, para conseguir todo ese ahorro hace falta un cable que lleve la energía hasta la batería y es de esos que parecen de película de ciencia ficción. Bastante poco habitual hasta ahora para la mayoría de la gente. Eso por un extremo, el que va al coche, porque por el otro… ¡Sorpresa! Conexión tan normal y corriente como la del ordenador o la aspiradora. De los que se conecta a un enchufe normal y corriente toda la vida. No requiere apenas de obras ni modificaciones en la instalación eléctrica. Gasta como una batidora o un poco más.
Luego ya está la (2.) carga de oportunidad y atención porque el cable cambia. No tiene nada que ver se mire por donde se mire. Igual por el lado que va al coche, pero diferente por el que llega la electricidad. Ya no son las dos clavijas del de toda la vida. Bastante más especial. Eso sí, permite cargar hasta tres veces más rápido. Los mismos 100 kilómetros de antes, pero en poco más de un par de horas. Habituales en centros comerciales, hospitales, … y hasta en hoteles. De ahí viene su nombre. Se va a hacer la compra y se aprovecha la oportunidad para cargar bien la batería. Eso sí, el cable hay que llevárselo de casa y son 200 euros. Pues, cada vez serán más frecuentes. La recién aprobada Ley de Cambio Climático y Transición Energética obliga a instalarlos en los aparcamientos de más de 40 plazas.
La diferencia entre los tres modos de carga del coche eléctrico depende de la relación de dos variables: tiempo y dinero. Así, siempre a mayor velocidad el precio también aumenta.
Y por último están las (3.) electrolineras. Las gasolineras de la electricidad y eso sí que son cargas rápidas de verdad para los que van con prisa. ¡100 kilómetros en menos de 20 minutos! Ahora mismo tienen un problema. Bueno, dos. Hay aún pocas y son caras. Hasta 6 veces más que con la modalidad de carga en casa y parte de la culpa es, precisamente, que todavía no hay muchas. Apenas hay competencia que baje los precios. Tampoco es cuestión de abusar de este tipo de recargas ni de ponerse una en casa. No, no hace falta salvo que se necesiten recorrer grandes distancias al día como los transportistas. Solo para hacerse una idea, la media en España no llega a los 40 kilómetros diarios y de noche en casa da tiempo de sobra a alcanzar esa autonomía. Otra cosa será cuando se hagan viajes por carretera…