El fin de la calefacción central tal y como se conoce está más cerca de lo que parece. Adiós a los sofocos, a las ventanas abiertas y al despilfarro de energía con los repartidores de costes.
El invierno de 2021 será recordado por muchas cosas y eso que aún ni ha empezado. Sin duda, por los precios de locura de luz y gas; por la incertidumbre de una nueva ola de coronavirus que lo paralice todo; o las previsiones de frío extremo que se esperan para los primeros días de enero. También por ser el último en el que se podrá disfrutar de la calefacción central tal y como se conoce. Es decir, pagando, como se dice, a escote. No es que sea novedad. El Decreto que lo regula es de agosto, pero del pasado año. Sin embargo, lo que se ha marcado en el calendario es la fecha definitiva para cambiar esta poco eficiente costumbre. A partir de ahora, cada uno pagará lo suyo con los repartidores de costes. Y, lo más importante, solo por lo que consuma.
Seguro que todo el mundo, quien más o quien menos, recuerda el calor y los sofocos que ha llegado a pasar en celebraciones de Navidad en casa de algún familiar. ¡Como para tener que darse una ducha de agua fría al volver! Sucede muy a menudo. Sobre todo, en edificios antiguos de padres y abuelos. Y es que como ha explicado Jorge Morales en La mañana de Andalucía de Canal Sur Radio, las viviendas con calefacción central en general derrochan energía. Por haber hay hasta pisos vacíos en los que está siempre encendida, aunque no viva nadie. Piensan sus propietarios que no hay problema porque como la pagan todos por igual… ¡Les da igual!
La Unión Europea, desde hace varios años obliga a tener control individual de medición del consumo en calefacción y en España aún queda este invierno para adaptarse a la normativa.
Pues a quien le importa y mucho el despilfarro de energía (y más con los actuales precios) es a la Unión Europea. De hecho, la medida es iniciativa suya… Y España era hasta ahora el único país del continente que estaba incumpliendo la normativa desde hace años. Así, lo que se pretende es racionalizar el uso de la calefacción y hacerlo más sostenible. Tan sencillo como que cada uno pague por lo que consuma y ya se sabe lo que pasa cuando a uno le tocan en el bolsillo. Por eso, en la medida en la que sea posible hay que instalar contadores individuales. Duele un poco más porque, evidentemente, de este modo ya no se dejará todo el día a tope y a lo loco. Tampoco se dejarán las ventanas abiertas más tiempo del razonable para tratar de rebajar la temperatura.
Solo así la gente sería un poco más responsable con el consumo y, por supuesto, controlaría más el derroche. En realidad, no es algo tan novedoso. Es del año pasado. Lo que sucede es que ahora hay una fecha para ponerla en marcha. Todas las comunidades de propietarios que no lo hayan hecho ya tienen que pedir un presupuesto antes de que finalice este invierno. Al menos hay que solicitarlo y ahí es cuando les van a decir en primer lugar si tienen obligación de hacer el cambio. No es en todos los casos. Sencillamente porque hay instalaciones en las que es técnicamente inviable. Casi habría que desmontar todo el sistema de calefacción y esas están excluidas. Además, hay un segundo requisito: que la inversión de instalar los repartidores de costes se pueda recuperar en menos de cuatro años. Tampoco es que sea demasiado tiempo.
En ambos casos no sería obligatoria la adaptación a la normativa. Lo mismo que en determinadas zonas geográficas como Levante, islas, o Ceuta y Melilla, entre otras. Todo, porque el Código Técnico de Edificación divide España en 6 zonas climáticas distintas y las denominadas A y B también están excluidas. Básicamente se refiere a las que están situadas en la costa. Ahí no merece mucho la pena porque el consumo de calefacción es casi despreciable a lo largo del año. Para el resto es casi la única forma de racionalizar su consumo y mejorar la eficiencia. La verdad es que la medida tiene su lógica.