Con la de cosas que han cambiado rápidamente en los últimos meses, hay otras como el cambio de hora que se mantienen inalterables a lo largo del tiempo. ¿Sigue siendo rentable adelantar y atrasar los relojes cada 6 meses?
A las 3 serán, otra vez, las 2. La de cosas que han cambiado últimamente. Muchas, desde la forma de trabajar hasta la de relacionarse o divertirse. Horarios cambiantes, transportes individuales, restricciones interminables, consejos ilimitados, mucho gel hidroalcohólico, normas efímeras, colas infinitas… ¡La de tiempo que ha pasado desde la última charla de ascensor! Por cambiar ha cambiado incluso la forma de comprar y, por supuesto de vestirse. ¿La mascarilla debe ir a juego de los zapatos o de la camisa? Es lo de menos, pero que siembre vaya bien puesta. Sí, la salud es lo primero. Cambios, por tanto, más que necesarios. La mayor y más rápida transformación social de la historia y en tan solo unos meses. Eso sí, hay cosas que, pase lo que pase, se mantienen inalterables. No cambian nunca, como atrasar los relojes una hora cada último domingo de octubre.
La Comisión Europea hizo ya un estudio hace un par de años y demostró que no hay razón económica para seguir llevando a cabo el cambio de hora.
A partir de hoy amanecerá un poco antes y se hará de noche algo más temprano. Es hora de activar el modo invierno. El de los madrugones, la lluvia y el frío, las tardes casi inexistentes y de preguntarse si cambiar la hora es ya tan importante para el ahorro. Demasiado cambio. Pues, tal y como ha explicado Jorge Morales de Labra en la Cadena SER, es algo que tenía más sentido allá por los años 70. Hoy en día, medio siglo después, es más difícil de justificar. Sobre todo, porque el ahorro de energía se debe básicamente al de iluminación y las actuales bombillas LED están años luz de las convencionales de aquella época. Consumen hasta 7 veces menos para iluminar exactamente lo mismo. Sí, hay que dividir su consumo entre 7 y eso es mucho.
Hasta 7 veces menos de electricidad necesitan las lámparas LED para dar la misma luz que una bombilla convencional.
Así, algo que antes podía suponer cerca del 10% de la factura de la luz de las familias ahora es casi irrelevante. Solo hay que echar un vistazo a las cuentas. Pues no lo justifica. Por eso, la Comisión Europea, ha recomendado abandonar la costumbre de adelantar y atrasar los relojes. Otra cosa sería decidir si es mejor el horario de invierno y de verano. El que sea, pero sin más cambios, porque tampoco es rentable para las empresas. El sector industrial y servicios es diferente ya que suelen mantener la iluminación constante. Su consumo es esencialmente el mismo y no hay que olvidar que la motivación última era precisamente aprovechar mejor las horas de luz. Ya no compensa tanto, ni es relevante ni rentable, y eso sin tener en cuenta otros efectos que puede tener sobre la salud. El cambio necesario, por tanto, sería mantener siempre la misma hora.