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El fin de la rebaja de impuestos tiene muchas implicaciones y no solo en lo que podría subir el recibo. También en la demanda y en el consumo eléctrico, pero si se cuenta con una tarifa variable lo que se puede es incluso ahorrar.
Todo a la vez no se puede. O más recaudación para mantener las medidas de ahorro y atenuar los efectos de la crisis, o más inversión de las empresas en energías renovables. La clave del impuesto a las energéticas puede estar en encontrar el término medio.
Mientras la bomba de calor tiene un coste aproximado de 455 euros al año, el gas sube la factura hasta los 545 y eso que está subvencionado y con el IVA rebajado… Con las cifras en la mano, el futuro de la calefacción parece claro.