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Menos pánico y volatilidad en los precios que empiezan a dar señales de estabilización. Aun así, y a pesar de todas las medidas puestas en marcha hace falta una más profunda reestructuración de los mercados energéticos.
La guerra lo ha cambiado todo. La crisis energética ha obligado a restructurarse y, además a hacerlo rápido. Por eso, básicamente y, en primer lugar, lo que se ha hecho es lo que en el mundo empresarial se podría definir como cambiar de proveedor. Sencillo y efectivo. Dejar de comprar petróleo y gas a Rusia por mantener la coherencia. Limitar la dependencia de los recursos energéticos de este país, más que nada, por no seguir financiando las armas con las que se está luchando en Ucrania. Lógico y normal. Ha tenido su coste, pero también algunas ventajas. Aún así, hay algunas dudas. ¿Se ha hecho el cambio correctamente? ¿Podría haber sido de otra manera? ¿Es mejor la situación ahora que antes?
Sn duda, pero hay algo aún más importante que el restablecimiento de los propios mercados y la estabilización de los precios. Especialmente porque ha servido para que la Unión Europea haya pisado el acelerador de las renovables y, además, lo haga con fuerza. Esto, quizá, sea lo más destacado. No se trata de eliminar un problema o una tensión para generar otro diferente en cualquier otra parte. Eso serían parches y de lo que se trata es de buscar soluciones a largo plazo. Permanentes. Es decir, cambiar el modo en el que las personas se relacionan con la energía. Algo que pasa por explotar el gran petróleo de España que es el sol, el viento, el agua y, en definitiva, de todos los recursos en los que es rico. Más allá de eso también…
Ahora mismo, los mercados de futuros no esperan que se vuelva a la situación preguerra hasta el año 2026, pero todavía se pueden equivocar y que se recupere la normalidad bastante antes de esa fecha.
Efectivamente ha habido cambios muy relevantes en el último año. Europa ya prácticamente no compra materias primas energéticas a Rusia. Algunas todavía sí, pero realmente pocas si se compara con hace tan solo un par de años. Unas porque la propia Rusia ha cortado el suministro como el gas que llegaba por gaseoductos como el Nordstream. La principal vía por la que llegaba al resto del continente y otras debidas a las sanciones. Sea como sea, al final todo ha servido para algo. Los precios empiezan a converger hacia los valores que hasta hace realmente poco se consideraban normales. Algo que sin duda hace mucho daño a la economía de Rusia. Más que nada porque a 350 euros/MWh literalmente se estaban forrando para financiar la guerra o lo que quieran. Incluso, aunque Europa ya no le compre.
Sencillo, al conseguir bajar ese precio internacional Rusia tiene menos ingresos. Luego, por otro lado, tampoco hay que olvidar algo que también importante. El gas y el petróleo que ya no llega a la Unión Europea se lo está vendiendo a otros países. El que más suena es China, pero hay algunos otros a un precio más bajo. Gracias a eso, a que el gigante asiático está acaparando las materias energéticas rusas, la están dejando de importar de otros lugares del mundo. Así, aquí se puede comprar sin problemas de otros “proveedores”. Es decir, en cierta medida, contribuye a reequilibrar los mercados. Si directamente todas las exportaciones de Rusia hubieran desaparecido por completo del mercado el problema sería de enormes magnitudes y las consecuencias impredecibles. Puede parecer una contradicción, pero no lo es.
¿Tiene sentido dejar de comprar para que lo hagan otros a los que a su vez luego les compramos productos derivados de ese gas y petróleo de Rusia? No hay choque de intereses. Todo lo contrario. Sl haber muchos menos compradores posibles, el precio al que China, India o cualquier otro país del mundo están comprando las materias rusas es muy inferior al que se lo vendía a Europa. Mucho más bajo. Por tanto, si al final de lo que se trata es de no financiar la guerra, sí que está teniendo un efecto relevante en la financiación de la guerra. Sin embargo, hay que insistir de que ese gas no se venda aquí y lo adquirirán en otro lado.
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