Ponerse de acuerdo no es fácil y más si la inversión es alta. Las derramas no gustan a nadie, pero… siempre compensa poner paneles solares en una comunidad de vecinos. El problema suele estar en los coeficientes de reparto.
Compensa, siempre. No importa el tamaño ni la ubicación. Aunque no tenga ascensor ni piscina con depuradora y tan solo alimente servicios tan básicos como iluminación de portales o la bomba del agua para hacerla llegar hasta las viviendas. Sin embargo, no es tan sencillo como parece. Sobre todo, porque cuando se habla de comunidades de vecinos y paneles solares se debe tener en cuenta que hay diferentes niveles. La primera es la más lógica. Abastecer a todos los suministros comunes, aunque sean de muy bajo consumo. Incluso, con elevador bastaría con dos o tres paneles. Demasiado lío ponerse todos de acuerdo para tan poca cosa, ¿verdad? Luego, la segunda opción es algo más complicada. Aprovechar todo el tejado disponible para reducir también las facturas de la luz de todos los vecinos.
El llamado autoconsumo colectivo lo hace posible, pero la principal dificultad es la habitual en cualquier comunidad de vecinos. ¡Aquí no hay quien viva! La regulación del sector eléctrico lo permite ahora y al final siempre pasa lo mismo. Muchos vecinos no quieren financiar los paneles, pero tampoco que otro lo haga por si cambian de opinión. Más o menos como lo del perro del hortelano que ni come ni deja… Disputas aseguradas. Por cierto, la más habitual es cuánto consume cada uno y qué porcentaje le corresponde. Afortunadamente hay soluciones y la más sencilla son los llamados coeficientes fijos, que además son estáticos. Es decir, que, si en el tejado de la comunidad caben en total 100 kW, y hay 50 vecinos en el edificio… la forma más sencilla es que a cada uno le toquen 2 kW y todos contentos.
El desarrollo del autoconsumo dinámico abre la puerta a una auténtica revolución en el sector con la llegada de la economía colaborativa a las instalaciones fotovoltaicas domésticas.
Con la compensación simplificada, a ojos del sector eléctrico, en vez de considerar a la instalación comunitaria como una única, la trata como si fueran individuales. Es decir, como si en vez de un edificio se tuviera un chalet con la potencia instalada correspondiente. Así, la distribuidora, que es la propietaria del contador, restará directamente a cada vecino la producción de sus 2 kW. Sencillo y efectivo. Si consumen 1 y producen 2 tendrán un saldo de -1 kW. Las cuentas salen a la perfección. Genera un excedente de 1kW. También puede darse el caso contrario. Usar más energía de la que se genera y, evidentemente, la diferencia habrá que pagarla a fin de mes en la factura. Esto en la versión más simple de todas porque se puede complicar bastante en el caso de que los coeficientes de reparto no sean iguales. Complicado, pero siempre rentable.