A 19ºC en invierno y a 27ºC en verano, pero el problema de las temperaturas en espacios públicos es que no es fácil comprobarlas. No es lo mismo hacerlo en la pared que en el aire o en el techo que a ras de suelo.
A la gran mayoría casi se le había olvidado. El verano pasado se aprobó una norma que causó un enorme revuelo. Entonces se pusieron unos límites a las temperaturas en los edificios públicos tanto para la calefacción como para el aire acondicionado. En verano como máximo a 27ºC y en invierno a 19ºC, pero la sensación generalizada es que poco o nada han cambiado las cosas. Sigue sobrando la ropa en los meses más fríos del año del mismo modo que faltaba en los más cálidos. Por eso no son pocos los que se preguntan hasta qué punto la medida es útil, en el caso de que se esté cumpliendo, que no está muy claro. Y lo primero que hay que recordar es que por cada grado de menos es un 7% de ahorro en la factura. Tampoco es una normativa nueva. Ya existía de antes, pero con límites diferentes.
Así, si la temperatura, antes se fijaba en 21ºC y ahora se ha bajado a 19ºC eso es un 14% menos en la factura. Por tanto, es importante y se nota… Los precios de la energía se han desplomado y el del gas que hace tan solo unos meses cotizaba a 150 euros/MWh ahora está en 50. En esta reducción también ha tenido mucho que ver el ahorro energético en toda Europa. Es decir, que se hayan hecho los deberes y se haya reducido el consumo ha ayudado de forma relevante a este acusado descenso. Por supuesto, también la situación meteorológica. Ha habido suerte. Hasta ahora no ha hecho mucho frío y eso ha reducido el gasto. Lo mismo con la lluvia que, además, ha permitido generar electricidad sin usar esta materia prima en los ciclos combinados. Muchos factores que están ayudando a mantener tranquila la situación.
La temperatura recomendada en espacios públicos será de 27ºC en verano y 19ºC en invierno. No hace falta recordar que por cada grado de más o de menos en el termostato, dependiendo de la época del año, la factura se incrementará un 7%.
Sin embargo, entre ellos tan importante es el viento como el ahorro energético. Además, es una medida que es muy difícil de comprobar. No basta ir con un termómetro. En establecimientos de 4 metros de altura puede haber hasta 5ºC de diferencia entre el suelo y el techo. Tampoco es lo mismo medirla en la pared, donde puede haber condensaciones y estar más fría, que hacerlo en el aire. Lo que se llama temperatura de bulbo seco. Los grandes establecimientos sí que tienen la obligación de tener el termostato a la vista en el que se vea en todo momento y suele encontrarse a la altura de la estatura media de la población. El problema es que la mayor parte de los establecimientos no disponen de esta tecnología. Suelen hacer la regulación con el propio sensor del aire acondicionado y no es preciso ni recomendable por la misma razón.
Si está colocado en altura a 19ºC quiere decir que a nivel del suelo la temperatura no llegaría ni a los 12ºC y no entraría nadie a los comercios. Tiene sus trucos y trampas. No es nada fácil de comprobar. Por este motivo, las Comunidades Autónomas ya avisaron que no realizarían ningún tipo de control. Aun así, lo más importante de la medida es que se ha conseguido crear una cierta conciencia social. Algo que tampoco está nada mal. Ahora más que antes todo el mundo entiende que bajar un grado algo ayuda. La gente en casa está ajustando los termostatos y haciendo un uso más racional porque está realmente asustada por la factura. Esto es lo que hace que al final todos los europeos estén bajando el consumo de gas. Muy importante no solo por el ahorro y el precio, sino también para proteger el medioambiente.