¡Terrorífico! El consumo fantasma puede ser el responsable de hasta el 15% del gasto energético total sin que nadie se dé cuenta ni tampoco se utilice para nada. Poco a poco va absorbiendo la energía como un vampiro hasta que llegan los sustos con la factura.
No hay disfraz que asuste más en Halloween que el de letra de la hipoteca. El de factura de la luz también es terrorífico. Mucho más que el de cualquier otro personaje de terror. Grandes clásicos como el Frankenstein de Mary Shelley; las pesadillas de Freddy Kruege; los viernes 13 de Jason Voorhees; el asesino de Halloween, Michael Myers; o las escalofriantes carcajadas de Pennywise. Hay muchos más, pero los que más siguen sembrando el pánico por las noches son los vampiros, del Conde Drácula a Lestat o Selen; y los fantasmas, y no Casper precisamente. Ahí hay bastante más variedad. Sin duda, el más conocido es el de la Ópera de París, pero también están la chica de la curva, cada carretera tiene la suya; el de la Reina María I de Escocia; o la llorona. ¡Hasta se dice que Jim Morrison en el cementerio de Père Lachaise!
¡Suma y sigue! Hasta 130 euros anuales extra en la factura. 30 del router, 21 del stand by de la televisión, 14 del reloj del microondas, … y todo este gasto se suprime con una regleta con interruptor que no cuesta ni 10.
Y la luz no podía ser menos… Por eso el nombre de consumo fantasma la verdad es que está muy bien traído porque es un poco como el hombre invisible. Es decir, que nadie se da cuenta de que está ahí hasta que al llegar la factura pega un susto de los buenos. El que no se controla, aunque se puede. Además, tiene mucho que ver con los electrodomésticos y aparatos electrónicos que hay en casa. En realidad, lo produce todo lo que tenga un transformador y eso es prácticamente todo. El teléfono móvil, la tablet, los ordenadores portátiles, las impresoras… y en la lista, por supuesto, no podía faltar la televisión. Nada tiene que ver con Poltergeist y su famoso… “ya están aquí”. Lo sabe todo el mundo. No hay nada más “peligroso” que un televisor mal desconectado. No como en la película con su estática.
Más bien es algo que tiene que ver con el stand by. La típica lucecita roja que avisa que el aparato está listo para ponerse en funcionamiento con solo pulsar un botón, aunque en ese momento estén aparentemente apagados. En este caso en concreto, el del mando a distancia. La auténtica varita mágica que cualquier aprendiz de mago quiere controlar. Lo que pasa es que esa cómoda funcionalidad también consume electricidad. En algunos dispositivos más que en otros, pero, en cierta, medida todos lo hacen. Por tanto, no se trata de ningún tipo de maldición. También es cierto que en los últimos años la Unión Europea ha hecho un importante esfuerzo en tratar de reducir el consumo fantasma. Obliga a los fabricantes a tratar de minimizarlo para que sea el menor posible. Aun así, todavía continúan produciendo un gasto importante.
Cerca del 15% de la energía total literalmente se desvanece sin que se utilice para nada. Sin embargo, este porcentaje puede ser aún mayor dependiendo de la cantidad y eficiencia de los dispositivos o del periodo de inactividad.
Sobre todo, los ordenadores. También en las impresoras y algunos más. Por cierto, la mejor forma de evitar que poco a poco vayan engordando la factura, como a Hansel y Grettel no son el agua bendita ni los crucifijos sino las regletas. Los típicos conectores de varios enchufes a la vez para conectar distintos dispositivos sin necesidad de hacerlo directamente a la pared. Eso sí, lo que es imprescindible es que tenga interruptor. El clásico botón rojo que se ilumina cuando está conectado y cuyo color nada tiene que ver con la sangre ni con el atuendo del fantasma del castillo de Culzean. No falla nunca. Mucho más sencillo y efectivo que cualquier hechizo o conjuro. Solo hay que pulsarlo para hacer que desaparezca por completo el gasto energético de todos los aparatos que estén conectados. Máxima eficiencia para vivir sin miedo a la factura de la luz.