A algunas empresas les empieza a ser más rentable parar la actividad unos días que pagar el recibo de la luz, pero el coste de la electricidad para la industria depende mucho del tipo de contrato que tengan con las compañías eléctricas.
Siempre que se habla de lo que sube (o baja) el precio de la luz en lo primero que se piensa es en los recibos de las familias. Lo que afecta a la factura media y también lo que va a tocar rascarse lo bolsillos. Por supuesto, importante, pero además hay que tener en cuenta lo que les afecta a las empresas y aquí empiezan nuevos problemas. Ya hay directamente algunas que han decidido parar las máquinas porque no les salen las cuentas. No son casos aislados. Ni uno, ni dos, ni tres, … y entre ellas hay factorías muy importantes en sus respectivos sectores. Tal es ya la magnitud de la crisis energética que se ha generado que lo más rentable es cesar la actividad, aunque sea por unos días. Sin duda, la mayor tras la del petróleo del año 73 y no hace falta recordar las consecuencias.
Hay similitudes con el gas, pero no llega a ese extremo. Los precios que se están viendo en los mercados se podrían definir como de escasez. No es solo un problema de ligeras subidas y bajadas como ya ha sucedido antes… Sin ir más lejos, este año con la llegada de la borrasca Filomena que llegó a colapsar por unos días medio mundo. La diferencia ahora es que se mantiene en el tiempo. No es algo temporal y tardará en empezar a normalizarse unos meses. Tal y como ha recordado Jorge Morales de Labra en La hora de La1, la primera consecuencia de la escasez es el cierre de la industria. Está pasando en España, pero también en Reino Unido, Alemania, … y hasta en China. Allí, en la fábrica del mundo, el problema energético se ha propagado a toda la sociedad, y han empezado los cortes a la población.
Sin necesidad de ser alarmistas, es algo que también podría llegar a pasar aquí si no se toman las medidas adecuadas. Ese es el límite a donde nadie quiere llegar, pero la antesala de todo eso es el cierre de la industria. Ahora las grandes factorías básicamente tienen dos opciones y va ser muy importante la letra pequeña. No tanto de los contratos particulares que tengan con las compañías eléctricas como las de las medidas que tome el Gobierno. Aun así, los casos son muy diferentes dependiendo de los tipos de contratos que tengan. Como con los usuarios domésticos pueden ser a precio fijo o variable. Eso sí, la cosa cambia bastante de uno a otro, pero la clave está en los primeros. Lo que disfruten de un precio estable a largo plazo todo esto de las subidas de la luz hasta ahora no les afectaba.
Las primeras reducciones en tiempos de escasez son siempre en el sector industrial. Antes de cortar la luz o el gas a los consumidores domésticos se cierra el grifo a las empresas.
Les daba exactamente igual que el precio del MWh llegara a los 200 euros o superara los 400. No importaba. Han seguido con su precio de fijo de 50 o 60 euros con independencia de lo que marcara en el mercado mayorista. Ahora la cosa cambia bastante. Con el nuevo Decreto del Gobierno se obliga a las eléctricas a devolver unos 80 euros. Toda la parte que tiene que ver con el incremento del precio del gas y claro ya no solo no les salen las cuentas, sino que les sale a pagar. Por eso, han llamado a todos sus grandes clientes para renegociar los contratos y ha cundido el pánico. Evidentemente no se puede seguir manteniendo esos niveles de precios. Todo lo contrario, hay que subirlos a 150 o 170 euros/MWh, más en línea con los del mercado. Entonces es cuando han llegado las quejas y las presiones políticas.
Lo que sea necesario para que las eléctricas no les rompan y actualicen los contratos estables. La parte positiva, si es que la hay, es que desde que se aprobó el Decreto Ley por el que se retirarán parte de los beneficios caídos del cielo, hasta hoy que se refrenda en el Congreso la recaudación ha aumentado casi un 100%. Tal ha sido el incremento del precio del gas y, por tanto, de la luz que de 2.600 millones de euros ha pasado a más de 4.600. Un holgado colchón que se podría utilizar para evitar el cambio de esas tarifas, pero que regulatoriamente es muy difícil de delimitar. ¿A quiénes se les puede mantener el precio y a qué otros no? Sí, a grandes empresas, pero ¿qué pasa con los consumidores domésticos que tienen contratos a precio fijo? Es complicado y habría que hilar demasiado fino.