365 días de conflicto y sus repercusiones se han dejado sentir ya por todo el planeta. Importantes consecuencias en el día a día de las personas. Este es el resumen de la situación de la crisis energética tras un año de guerra.
También en España donde el Gobierno ha movilizado más de 45.000 millones de euros para tratar de minimizar su impacto y reducir lo más posible el número de víctimas económicas.
Todo tiene un principio… Recién salidos de la pandemia y con la hucha llena de dinero europeo para paliar el parón de la economía durante el confinamiento, todo tenía que ir viento en popa. Sin embargo, los planes no salieron según lo previsto. Fue entrar los tanques de Rusia en Ucrania y subir el gas. En realidad, ya lo estaba haciendo desde meses antes. La luz también se incrementó un 50% y el petróleo alcanzó los 110 dólares por barril. Situación complicada a lo que había que sumar que los puertos estaban colapsados y los camioneros se pusieron en huelga. Parados estaban mal, moviéndose también y los pescadores dejaron los mercados vacíos por el mismo motivo. Inviable salir a la mar con el nivel que llegó a alcanzar el precio del combustible.
La solución entró en el primer paquete de medidas para paliar la crisis energética. Por los pelos, en el minuto final. Así se sacaron adelante la rebaja del IVA de la luz y el descuento de los 20 céntimos a los carburantes. Ahorro importante para los bolsillos, pero tampoco era la respuesta definitiva, ni mucho menos. Lo mismo pasó con otra de las medidas estrella. El tope del 2% a la subida del alquiler, aunque de media ha subido luego mucho más. Hasta el 10% por la alta demanda. Las noticias se llenaron de titulares de récords históricos. De la electricidad, del diésel y de los tipos de interés. Nueva marca para los combustibles. La primera vez por encima de los 2 euros mientras que el recibo de la luz se disparaba un 70%.
Detrás vino una inflación como nunca se había visto. De casi el 11% y los sueldos 6 puntos por debajo. Solo había que ir a la panadería a comprobarlo. La barra que costaba 1,10, que ya era mucho, subió hasta 1,30. Lo mismo con los huevos y así con todos los productos de la cesta de la compra. No se ha librado prácticamente ningún alimento. La preocupación estaba siendo ya tan grande que se empezó a estudiar como limitar el precio de la energía. Lo llamaron excepción ibérica. Criticada por muchos, despreciada por otros e, incluso, llamada fracaso, hasta el momento ha conseguido ahorrar más del 15% de la factura. Se pasó el verano a 27ºC y el invierno un poco más fresco, a 19ºC. Entonces, se empezó a hablar del fin de los buenos tiempos y la abundancia.
Auguraron una profunda crisis económica desde diferentes sectores. El empleo ha aguantado muy bien. Mejor de lo esperado, porque había mecanismos de protección social. Y vino el año nuevo con más sorpresas. Euribor muy elevado y, por tanto, con hipotecas mucho más caras. 270 euros de media en cada letra mensual por cuatro subidas desde el Banco Central Europeo. También trajo 0 IVA para bastantes alimentos, pero nadie se ha enterado porque no han dejado de subir. Tan curioso como los datos del CIS. Mientras el 70% de los españoles piensan que la situación económica es mala o muy mala, casi la misma cantidad de personas aseguran que la suya personal es buena o muy buena. Total 140% y no hay quien lo entienda, como tampoco se acaban de comprender bien todas las consecuencias económicas después de un año de guerra.