A 95 euros/MWh los precios del gas se puede considerar casi de nivel de escasez. De ahí a posibles restricciones y cortes de suministro solo hay un paso… Por eso llama la atención la pasividad de la Comisión Europea.
Se esperaba como agua de mayo las posibles respuestas de la Comisión Europea para reducir o mitigar la crisis energética y ha quedado en un jarro de agua fría. Más bien en cuatro velas, dos alambres y una maceta de barro. Lo justo y necesario para construir fácilmente una pequeña estufa o brasero. Eso, y abrigarse adecuadamente incluso mientras está en casa. Tan grande es la preocupación que ese es el contenido de un video que ya se está emitiendo en la televisión pública alemana: ¿cómo calentarse en invierno ante un posible corte de suministro? Tampoco se trata de ser alarmista, pero la posibilidad está ahí. Por eso, como ha comentado Jorge Morales de Labra en El mirador de Canal Sur Radio las propuestas de Europa son, primero, insuficientes. Después cortas de miras e incluso mezquinas, pero, sobre todo, imprudentes.
Totalmente de espaldas a la realidad. Ante la mayor crisis energética tras la del petróleo del año 73, la Comisión Europea no ha estado a la altura de la situación. Tampoco es que se esperaran medidas especialmente revolucionarias. No es su estilo, pero sí algo más… Por ejemplo, hacer compras conjuntas de energía para aumentar las reservas y contener la subida de la luz. Incluso se llegó a hablar de crear un fondo común como ya se hizo durante la vacunación. Pues al final nada de nada. Tan solo se ha limitado a recordar a los estados miembros que aún tienen margen de maniobra. Algo así como que cada uno proceda como buenamente pueda. Eso sí, tampoco es muy amplio que se diga. Más o menos lo que ya se ha hecho: bajar impuestos y proteger a los vulnerables. Casi, casi que se lavan las manos y poco más.
Las primeras reducciones en tiempos de escasez son siempre en el sector industrial. Antes de cortar la luz o el gas a los consumidores domésticos se cierra el grifo a las empresas
Todo eso está muy bien, pero el problema en Europa tiene mucho mayor calado. Ya hay cierres de empresas porque directamente no pueden pagar las facturas y lo peor de todo está por venir. Aún no ha llegado el invierno y pocas son las personas que han encendido la calefacción. Y es que el origen de la crisis se encuentra en el gas natural que la hace funcionar. Esta materia prima está disparada en los mercados. Hoy cerca de los 95 euros MWh cuando lo habitual es que esté en torno a 20. Cinco veces el precio habitual y lo que ocurre es que el mal diseño del mercado, del que es responsable precisamente la Comisión Europea, lo ha contagiado a la electricidad. El precio de la luz también se ha multiplicado por 5. Nivel que se podría considerar cercano a los de escasez. Es decir, las posibles restricciones…
… están a la vista. Sí, las primeras reducciones en el consumo en tiempos de escasez son siempre en el sector industrial. Antes de cortar la luz o el gas a los consumidores domésticos se cierra el grifo a las empresas y esto ya está pasando en octubre. Tampoco hace falta echar la vista muy atrás para encontrar situaciones similares. Este mismo año en el mes de enero con la llegada de Filomena se estuvo muy al límite. Ahora es peor todavía porque el mercado del gas está muy tensionado. No es seguro que vaya a haber cortes, pero podrían producirse de forma puntual y hay que estar preparados. En un continente como Europa no se debería permitir ni siquiera que exista una posibilidad de restricciones energéticas de este tipo. Por eso, extraña aún más la pasividad de la Comisión Europea y países como Alemania se preparan para todo.