Si no saltan los plomos al menos dos o tres veces al año es que se tiene más potencia contratada de la que se necesita y cuando pasa, ¿qué es lo que se debe hacer? Por eso es importante saber la redundante diferencia entre ICP, automático y diferencial.
Sin duda, es una de las reglas de oro del ahorro energético… Si no saltan los plomos al menos dos veces al año es que se tiene más potencia contratada de la que se necesita. La parte fija del recibo de la luz que todos los meses se paga con independencia de lo que se consuma. Y no es poco dinero hasta 50 euros al año por cada kW que se consiga reducir. El problema está a la hora de calcular la que de verdad es necesaria. En la factura se da algunas pistas. Desde hace tiempo aparece el dato de la potencia máxima demandada, pero con eso no basta. El motivo es que se refiere a la potencia puntual. El pico máximo, aunque tan solo haya sido durante unos segundos y eso no es suficiente porque en tan breve periodo de tiempo es posible que no se hayan saltado los… ¿pero a que se refieren normalmente con los plomos?
ICP: Interruptor de control de potencia
Al abrir el cuadro eléctrico de cualquier empresa o negocio básicamente lo que se va a encontrar ahí dentro son tres tipos de interruptores o dispositivos. El más reconocible de todos era el Interruptor de control de potencia, más conocido como ICP por sus siglas. Localizarlo es muy sencillo porque suele estar situado a parte. Alejado del resto de mecanismos y normalmente precintado por la compañía eléctrica. La función que tiene es únicamente fines de facturación. Sin embargo, el que allí se encuentra ya no funciona porque los nuevos contadores inteligentes lo llevan ya incorporado… Así que ya no salta para desconcierto de muchas personas que cuando se va la luz por exceso de potencia no saben lo que ha sucedido.
Diferenciales para proteger a las personas
Y luego ya dentro del propio cuadro eléctrico hay dos tipos de mecanismos… Por un lado, está el diferencial y, por el otro, los automáticos. Los primeros se distinguen de los segundos de una forma muy sencilla. Porque justo al lado tienen un botón con una “T” escrita. Esto es de vital importancia porque lo que hacen es proteger a las personas. Es decir, tiene la función de cortar la corriente eléctrica, por si en un momento concreto se produce algún tipo de derivación, para evitar que se produzca una descarga a las personas.
Durante décadas ha circulado el mito de que si saltaban los plomos por exceso de potencia con frecuencia podía haber penalizaciones por parte de las compañías eléctricas, pero no es así. Lo que sucede es que es incómodo.
Para conseguirlo mide la diferencia entre la cantidad de electrones que entran al circuito y los que salen. Así, si en el trayecto ha habido alguna pérdida se desconecta evitando la entrada de otros nuevos al sistema. Fundamental lo de la “T” porque en realidad eso es un tester. Un pulsador para comprobar que funciona correctamente. Algo que habría que probar al menos un par de veces al año. Al pulsar el botón debería bajar y cortar la corriente de forma instantánea y eso quiere decir que está activo y que está protegiendo.
Automáticos para cuidar la propia instalación eléctrica
Luego están los automáticos que lo que hacen es cuidar la instalación. Por así decirlo, evita que se quemen los cables y que se produzcan incidentes como pequeños incendios. Para conseguirlo proporcionan dos tipos de protecciones diferentes. Magnética para prevenir frente a posibles subidas repentinas de la tensión también térmica para evitar que se sobrepase una determinada temperatura. Al final, los tres son imprescindibles para el correcto funcionamiento de un circuito eléctrico. El diferencial protege a las personas; el automático a las instalaciones; y luego el ICP controla la potencia y distinguirlos es muy importante. Pueden saltar dos o más veces al año y no por el exceso de consumo simultáneo… la regla de oro del ahorro en la factura de la luz.