La degradación de los paneles es inferior al 0,5% anual, mucho menor que en cualquier otra tecnología y en su eficiencia intervienen más otros factores que el propio paso del tiempo.
Mucho se ha hablado de la obsolescencia programada. Tanto que no es ningún secreto que el mayor desafío de la industria eléctrica no fue hacer que la bombilla se iluminara, sino que se fundiera. Mil horas de luz, ni una más ni una menos, y a comprar otra. El usar y tirar de la tecnología y las necesidades básicas. Ya sea por desgaste, uso inadecuado o porque toca, todos los objetos de la vida cotidiana, tienen una vida útil. Más larga o más corta, pero a partir de la cual empiezan a perder prestaciones y no funcionan con la misma precisión. Solo hay que mirar alrededor para darse cuenta. Sea como sea, más allá de marcas o modelos, la lavadora aguanta menos de 10 años, 11 para el lavavajillas y la secadora, y algo más de 12 si se trata del frigorífico. Más o menos lo mismo que el coche.
De 30 años es la garantía mínima de producción de los paneles fotovoltaicos. Eso es 15 veces más de la que por ley ofrece cualquier fabricante de electrodomésticos.
Pues con los paneles solares sucede algo parecido, aunque no tan exagerado. Sí, con el paso del tiempo van perdiendo eficiencia y el término más adecuado para referirse a este fenómeno es degradación. Es decir, cada vez producen menos energía con la misma cantidad de sol. Pero tal es la seguridad que tienen los fabricantes en la tecnología que como mínimo ofrecen una garantía de producción de al menos 30 años. Nada más y nada menos que 15 superior a la que por ley ofrece cualquier electrodoméstico o producto tecnológico. Eso sí, con el paso del tiempo, tal y como ha explicado Jorge Morales de Labra en La Mañana en COPE Canarias, la producción se verá mínimamente afectada. Sufrirá una ligera degradación que se estima en torno al 0,5% anual como máximo. Tres décadas después de su instalación producirán al menos el 85% de la energía del primer día.
Interesante inversión porque lo normal es que aún sea menor. Algo que Próxima Energía ha podido comprobar en los más de 12 años que lleva realizando instalaciones fotovoltaicas en España. Así, cada tres años extrae los mismos paneles de una instalación para analizarlos en el laboratorio. Pues después de todo ese tiempo la degradación es casi imperceptible. Es más, el margen de error de los instrumentos para medirlo es mayor incluso que la pérdida de eficiencia. Eso sí, lo que hay que tener en cuenta para conseguir la máxima eficiencia de los paneles solares es realizar un buen diseño y evitar las sombras por pequeñas que sean. No es ninguna broma… Todo tiene su explicación.
Con que solo una de las células de las 42 que forman un panel solar esté en una zona de sombra el rendimiento total del conjunto puede caer hasta el 50%. Demasiado.
Los paneles solares se llaman así porque están formados por varias células individuales. Solo hay que acercarse un poquito para comprobar que hay al menos 36 o 42 interconectadas entre sí. Forman un circuito eléctrico en el que las partes afectan al todo. Es decir, si se tapa una de las células la eficiencia total de la placa solar no va a caer solo su 3% correspondiente. No, es mucho peor porque también disminuirá el rendimiento de las restantes. Hasta el 50% de la producción por una sola sombra y eso ya es demasiado. Así que poca broma con las barandillas, vallas, toldos, chimeneas o edificios próximos. Evidentemente, no se trataba de que toda la instalación estuviera a la sombra… Todo influye en el correcto diseño para alcanzar la máxima rentabilidad fotovoltaica. Eso y que la obsolescencia llega antes cuando las cosas no se hacen bien.