Al mismo tiempo que se rebajaron los impuestos o se amplió el bono social también se pidió un esfuerzo a los consumidores como limitar las temperaturas en espacios públicos o la iluminación de los escaparates. ¿Qué pasa ahora con las medidas de ahorro y eficiencia?
Pocos se acordarán, pero tampoco es que haya pasado tanto tiempo. A la vez que se pusieron en marcha las medidas anticrisis para atenuar los efectos económicas de la guerra de Ucrania también se aprobaron otras enfocadas al ahorro y la eficiencia energética. Unas eran de obligado cumplimiento y otras no. Tan solo eran recomendaciones y algunas de lo más curiosas. No solo era cosa de España se propusieron en toda Europa. Por ejemplo, en Holanda se quiso regular el tiempo de las duchas. Máximo 5 minutos y en Austria fueron aún más románticos porque apostaban por hacerlo en pareja, pero cada uno con la suya. Así, a la vez que se rebajaba el IVA o se limitaba la subida del precio del gas en la tarifa TUR, también se pedía un esfuerzo a los usuarios para reducir el consumo. Interesantes, pero además trajeron polémica.
Duchas frías, de menos de 5 minutos o en pareja; posibilidad de cortar los calentadores de agua durante un par de horas, limitar las horas de calefacción por áreas geográficas… fueron algunas de las propuestas europeas para ahorrar energía.
Sobre todo, aquí, aunque en realidad eran iniciativas de lo más sensatas y razonables como tratar de favorecer el teletrabajo para reducir los desplazamientos y el gasto en combustible o ajustar los termostatos en los edificios públicos. A un máximo de 19ºC para la calefacción en invierno o a 27ºC para el aire acondicionado en verano. Así, se evitaría lo que los meteorólogos han puesto de moda en llamar anomalía térmica. Había muchas más, pero las más sonadas también incluían apagar la iluminación de los escaparates fuera del horario comercial y cerrar las puertas cuando estuvieran trabajando. Toda una contradicción, pero tampoco tenía sentido tenerlas abiertas de par en par con la climatización puesta, ¿verdad? Tampoco ir al centro comercial en agosto con jersey o al cine en manga corta en febrero. Poco práctico.
Sin embargo, ahora mientras se van a ir retirando todas las ayudas y medidas anticrisis de forma progresiva, la intención es que las de eficiencia energética se mantengan ya para siempre. No tiene sentido dar ahora un paso atrás con todo lo que se ha avanzado en el último par de años. Están ahí y ahí se deben quedar. En principio no se van a modificar porque es un paso más en la transición energética y, además, aportan grandes beneficios. Con tan solo poner un grado de menos en el termostato de la calefacción, o de más en el caso del aire acondicionado, se consigue un 7% de ahorro en la factura. Algo que se nota, y de qué manera, en los recibos. Polémica, pero en realidad para nada porque lo que se ha podido comprobar desde el sector es que ni de lejos se han cumplido.
Reduciendo la velocidad en 10 km/h se ahorra 1 de cada 3 litros de combustible y subiendo un grado la temperatura un 7%… Y estos son solo algunos de los datos que confirman que la eficiencia energética es muy rentable.
El motivo es que el control del cumplimiento se delegó en las Comunidades Autónomas y, ya sea por falta de recursos o de interés, apenas ha habido inspecciones ni mucho menos sanciones. Al final han dejado que cada establecimiento o empresa hiciera un poco lo que les diera la gana. Por eso, hoy apenas se nota ninguna diferencia en los centros comerciales. Eso sí, más allá del malestar inicial, como ha explicado Jorge Morales de Labra en El cascabel de Trece TV, ha tenido una cosa buena. Sí, se mantienen los jerséis y las mangas cortas fuera de temporada, pero el debate en la calle ha sido productivo. Al final casi no ha habido ahorro energético, pero ha provocado un cambio de mentalidad en la ciudadanía. Aumenta la preocupación sobre la gestión de los recursos, reduce el consumo de combustibles fósiles, y es un paso más hacia una vida 100% sostenible.