Solo ha pasado dos veces a lo largo de la historia y las dos han tenido lugar este año. Nuevo sorpasso del diésel a la gasolina. Más caro, incluso a pesar de seguir estando bonificado fiscalmente.
¡Vaya si se nota! Desde finales del mes de agosto la tendencia de los precios de los combustibles ha sido a la baja. Hay que remontarse al pasado mes de enero para recordar algo así, aunque siguen siendo altos. Lo más barato es la gasolina a 1,74 euros por litro y el diésel un poco más. A 1,92. En cualquier caso por debajo de los 2 euros a los que se había acostumbrado este verano. Eso de media porque luego ya se sabe que cada gasolinera tiene sus precios y varía bastante de unas a otras. Además, todo eso sin descontar los 20 céntimos de la subvención que todavía se mantiene vigente. Así, llenar el depósito puede llegar a costar unos 76 euros. Casi 20 menos que en junio que fue cuando se batieron todos los récords. Algo más caro es repostar hasta los topes de diésel.
84 euros frente a los 96 a los que se pagaba al empezar las vacaciones, pero ¿por qué bajan los combustibles? La principal razón se encuentra en las dudas que existen sobre la evolución de la economía. Es decir, el temor a una recesión en Alemania debido principalmente a la escasez en el suministro de gas. Sí, y esta materia prima a su vez arrastra los precios del crudo a la baja. Desde los 120 euros por barril a los 90. Valor muy similar al que se tenía antes del inicio de la guerra. Por eso, se nota el descenso de precios en las gasolineras, pero hay más… Muchos son los factores que influyen como los tipos de cambio y que la gasolina, evidentemente, no es solo petróleo. Luego hay que refinarlo. También es cuestión de la capacidad de procesarlo y de las reservas que haya almacenadas.
Por diversos factores en estos momentos y forma coyuntural en España hay un déficit de diésel que es lo que está provocando que los precios no caigan al ritmo que lo hacen los de la gasolina.
Además, hay que tener en cuenta que ese precio es local. Nunca es el mismo en España que en Alemania o Francia. Influyen los costes de transporte y logística hasta llevar el producto final a las gasolineras. También los impuestos… Por este motivo, en todo esto de la bajada de los combustibles hay un dato que llama mucho la atención. Es la segunda vez que ha pasado en la historia y ambas han tenido lugar este año. ¡El diésel es más caro que la gasolina! No es algo habitual porque el gasóleo esta bonificado fiscalmente. Del orden de 10 céntimos por litro sobre la gasolina. Por tanto, esto no es el reflejo de la disminución del precio del crudo ya que afectaría a ambos por igual, sino de una situación de tensión en las refinerías. Lógicamente las gasolineras venden en función de la demanda y es mayor en verano.
Ahora con la llegada del otoño volverá a bajar porque se reducen los desplazamientos. Menos viajes por carretera a destinos vacacionales y aumento de los trayectos en ciudad que son mucho más cortos. Aun así, el problema está en que toda esa cantidad de combustible viene siempre de las grandes refinerías. Allí, en función precisamente de la demanda, unas veces se produce más diésel y otras algo menos porque se da prioridad a la gasolina. Además, hay que tener en cuenta otro factor. Gran parte del gasóleo venía ya refinado desde Rusia y con las sanciones se ha reducido su importación. Por eso, en estos momentos hay un déficit en la producción de este tipo de carburante. Y ya se sabe… a menor oferta el precio sube. Tampoco es algo que se vaya a mantener en el tiempo porque el precio también está cayendo.