No es lo mismo limitar el precio del gas a 30 euros/MWh que la electricidad vaya a costar finalmente eso. Para conocer su verdadero significado, además, hay que tener en cuenta otros costes y factores.
Tiene los días contados, aunque quizá se alargue a unas pocas semanas. No será demasiado. El sistema marginalista va a cambiar, tal y como funciona en la actualidad. Eso, si es que lo ha hecho en algún momento, que hay dudas. Tenía algunos pros, pero sobre todo muchos contras, por eso ya había muchas ganas de meterle mano. Tampoco hace falta recordarlo, pero es el mecanismo por el que a la hora de pasar por caja al final se acaba pagando el agua a precio de champán; la mortadela al del ibérico de bellota; o la trucha como si fuera besugo o, mejor aún, nécoras y percebes. Exactamente lo mismo, pero con la electricidad. Energía hidráulica, eólica, solar y nuclear que son baratas, pero en el momento que entre un solo MWh de gas todo se pagará al precio de este último. Por cierto, el más caro de todos.
“…30 euros/MWh es la propuesta de lo que se entiende como el precio más barato al que debería ser el ajuste. Ahora, este límite junto otros elementos técnicos deben ser discutidos con la Comisión Europea” Teresa Ribera.
A partir de aquí empiezan las novedades y prometen ser de las que traen emociones fuertes. Límite de 30 euros por MWh. El dato central sobre el que gira todo, aunque faltan por conocer algunos detalles más. Así, no significa otra cosa más que se va a limitar el precio de la materia prima. Es decir, las centrales eléctricas que queman gas para producir electricidad van a tener un precio máximo de referencia de 30. Eso sí, también hay que tener en cuenta que es un precio muy inferior al que cotiza en los mercados internaciones. Sin ir más lejos hoy es 4 veces mayor, 120 euros/MWh. Hasta ahí todo bien, pero también hay que tener en cuenta que eso tampoco es lo que luego se pagará por la electricidad. Además, hay otros costes asociados y pueden variar mucho de unas empresas a otras.
Diferencias de más del 100%. No es tan sencillo como sumarlos al coste de la materia prima. Por eso, como ha explicado Jorge Morales de Labra en Hora 25 de Cadena SER, la propuesta debería ir más allá. Si solo se limita el precio del gas, pero luego no se hace lo mismo con el precio de la electricidad generada seguiría habiendo un problema. El precio final, el que los consumidores pagan en sus casas, se mantendría muy abierto. Tampoco daría mucha estabilidad porque 30 euros por MWh no es el límite real. Es solo para el gas y finalmente se traduciría en un precio de la luz de unos 90 euros. Por tanto, ni es lo mismo ni hay que confundirlos, aunque es fácil.
Con un límite el gas a 30 euros/MWh para la generación y estimando el resto de costes, el resultado sería un precio final de la luz de 90. Aún alto, pero reduciría los recibos a la mitad.
Así, para producir un solo MWh de electricidad se necesitan 1,8 de gas. Es decir, se desperdician 0,8, pero es así como funcionan este tipo de centrales. Luego, además, hay que añadirle una serie de costes asociados. El más significativo es el de los derechos de emisión de CO2. Es decir, durante el proceso de generación eléctrica se contaminan y en Europa hay que pagar por emitir gases de efecto invernadero a la atmosfera. De hecho, cada vez más. Más de 80 euros por tonelada cuando el año pasado costaba la mitad, menos de 40. Hay más y todos van sumando hasta llegar al precio final de la electricidad. Por eso, es tan difícil poder determinar del precio final. Es el dato que falta. Aun así, haciendo una estimación de todos estos costes, la medida podría llegar a reducir el recibo medio casi a la mitad.