El aumento de las temperaturas a lo largo del tiempo está cambiando los patrones y alterando el equilibrio habitual de la naturaleza. Supone muchos riesgos para los seres humanos y todas las demás formas de vida de la Tierra. Mujer y cambio climático.
Ya no es ningún secreto. Los datos científicos lo avalan y casi cualquiera lo puede comprobar día a día. En casi todas las zonas terrestres se ven más días calurosos y olas de calor. 2023 está siendo uno de los más calurosos jamás registrados. Además, la situación parece no tener freno porque también será el de mayores emisiones de CO2 de toda la historia. Las temperaturas más elevadas aumentan las enfermedades relacionadas con el calor y pueden dificultar el trabajo y los desplazamientos. Los incendios forestales se producen con mayor facilidad y se propagan más rápidamente cuando las temperaturas son más altas. Sin embargo, no acaba ahí la cosa porque sus consecuencias van mucho más allá de lo que se pueda pensar.
El cambio climático tampoco escapa a la desigualdad de género. De nuevo en el centro de alguna de las peores consecuencias están ellas. Mujeres y niñas de todo el mundo. El calor extremo afecta a su salud aumentando las posibilidades de dar a luz de forma prematura e incrementando los partos de riesgo. Pero no solo eso, hay mucho más… También tiene incidencia en el modo en el que se ganan la vida. Muy importante porque son el pilar de la economía de gran parte de las familias a lo largo y ancho del planeta. La Organización Internacional del Trabajo estima que ahora mismo hay unos 1.200 millones de puestos de trabajo en riesgo por el calentamiento global y eso es más del 40% de la fuerza laboral del planeta. Demasiados como para poder prescindir de tantos.
La desigualdad de género, sumada a la crisis climática, es uno de los grandes desafíos del s.XXI. Amenaza los medios de vida, la salud y la seguridad de las niñas y las mujeres de todo el mundo.
Y ellas, las mujeres son principalmente las que trabajan en algunos de los sectores más sensibles al cambio. Están expuestas al aire libre y, por tanto, a las altas temperaturas en mercados, en la agricultura, en las fábricas… Trabajos que, por cierto, es muy difícil que se puedan llevar a cabo a 50ºC por no decir que es prácticamente imposible si los campos que trabajan desaparecen por la sequía. O justo por el fenómeno meteorológico contrario, por las inundaciones.
Los impactos del cambio climático, esencialmente a través de los fenómenos meteorológicos extremos, están afectando a las tareas de mujeres y hombres en todo el mundo, especialmente en las zonas rurales.
Por este motivo, en la Cumbre del clima hoy se ha dado un primer paso para visibilizar que la mujer es uno de los eslabones más vulnerables en la crisis climática. Así, más de 60 países entre los que se encuentra España han firmado un acuerdo para que la transición energética también se lea en clave femenina. Lo hacen no solo de palabra. También con una serie de compromisos y acciones en un plan de tres años para obtener mejores datos que den soporte a la toma de decisiones. Solo de este modo se podrá asegurar que la forma de vida de todas estas mujeres quede protegida a lo largo de Transición energética. Además, para que los flujos financieros vayan a las regiones más afectadas con el fin de contrarrestar sus efectos más negativos.
