El precio de la luz ha vuelto a abrir el viejo debate de la energía nuclear, pero si ese es el único motivo para su resurrección esa tampoco es la solución porque no es tan barata como parece.
Opiniones las hay de todos para todos los gustos y también de colores. Por haberlas las hay hasta sin criterio y si no solo hay que preguntarle a cualquier cuñado en la próxima reunión familiar. Y las nucleares pueden ser un tema en Navidad para hacer el experimento. Hay quienes piensan que sí podrían solucionar el problema del alto precio de la luz y otros que no lo ven tan claro. Sin ir más lejos, ayer mismo Francia anunció la construcción de nuevas centrales. Eso sí, tampoco concretaron mucho ni cuántas no dónde. En realidad, saben que no es tan sencillo como parece. Allí, al otro lado de los Pirineos llevan más de 15 años intentando arrancar un reactor y somo si nada. Todos los que tienen ahora mismo funcionando se remontan a los locos años 80. De la misma época en la que empezó a sonar Mylène Farmer.
Pues eso, désenchantée, porque llevan más de una década terminando de poner a punto uno. En Occidente hay verdaderas dificultades para hacerlo posible y el coste es demasiado alto. En China es algo diferente. Sobre todo, porque allí los criterios de seguridad no tienen nada que ver con los de Europa y eso dispara los costes. Y es que ahí es donde está, como ha explicado Jorge Morales de Labra en Mejor contigo de La1, el problema de base de todo el debate. En todo caso el principal argumento para ponerlas en marcha sería exclusivamente el precio sin que importe nada más. Bien, en este sentido hay que tener en cuenta otra cosa de la que pocos hablan. Los nuevos reactores nucleares no son tan económicos ni producen electricidad tan barata como la mayoría cree. Ahora mismo hay tres en construcción en Europa…
Con el sistema marginalista de fijación de precios nadie está a salvo de la crisis energética ni siquiera la apuesta de Francia por la nuclear, aunque represente el 80% de toda su generación.
Y para ser rentables deben vender su energía a 100 o 120 euros por MWh. Precios que efectivamente están por debajo de los que se están viendo en los últimos meses en el mercado por encima de los 200 euros. Aun así sigue siendo altísimo porque lo normal es que estuvieran en torno a los 45. Sin duda, más competitivas siguen siendo las renovables. En España, la última subasta que se ha realizado hace apenas unas semanas, ha fijado su retribución en 30 euros. Es decir, que hoy una nueva nuclear, con todos los avances tecnológicos, produciría electricidad cuatro veces más cara que una solar. Por esa y otras razones parece que será difícil que vaya a haber en el futuro un renacimiento de esta fuente de energía. Pues aún hay otra consideración muy importante a tener en cuenta además del precio.
Las nucleares constituyen lo que se llama energía de base. Esto ni más ni menos quiere decir que cuando se arrancan y se ponen en funcionamiento están aproximadamente produciendo electricidad sin parar durante 18 meses. Siempre la misma cantidad de energía. A piñón fijo… y eso tiene sus ventajas y también inconvenientes. La primera es que dan estabilidad y seguridad al sistema. Aunque, en realidad, lo que a todo el mundo le gusta es que se encienda la bombilla cuando se pulsa el interruptor. ¡Caprichosos! Así, que igual de malo es que ese pequeño milagro no suceda cuando no haya sol ni viento como que haya una central poco eficiente que produzca siempre lo mismo independientemente de la demanda. Les da lo mismo que en ese momento haya alguien que quiera consumirla o que se acabe desperdiciando.
Por eso, de madrugada suele ser más barata. Al final todas necesitan, en mayor o menor medida de algún sistema de almacenamiento: baterías, hidroeléctrica… para poder compensar toda esa posible desviación entre producción y demanda. Los mayores defensores de las nucleares tienen la solución al problema, pero tampoco es barato y todo esto iba de solucionar los altos precios de la luz. Algunas de las más modernas nucleares francesas pueden regular la generación para adaptarla al consumo real, pero su coste aumenta significativamente. De 100 o 120 euros por MWh ascendería hasta los 300 o casi 400 euros y eso ya es demasiado. Esa regulación es casi el doble de cara que lo que se está pagando hoy con el precio más caro de la historia. Por tanto, tampoco soluciona el problema. Habría que seguir buscando otras alternativas… Désenchantée.