En el corto plazo la excepción ibérica no ha conseguido reducir el precio de la luz, pero en el medio sí ha logrado estabilizarlo y atenuar las futuras subidas debidas al incremento del gas.
La medida estrella para hacer bajar los recibos. Todas las esperanzas estaban puestas ahí. En el límite al precio de la generación eléctrica con gas de la llamada excepción ibérica. La idea era muy buena. Que solo el gas cobre lo que le corresponde y el resto de tecnologías una retribución limitada, pero muy superior a sus costes reales de producción. Sin embargo, en el corto plazo parece no haber funcionado como se esperaba. En los primeros días no solo no bajó nada, sino que además subió un poco. Ahora baja ligeramente. No demasiado por lo que tampoco es que sea ninguna maravilla. 140 euros por MWh en la subasta a lo que hay que sumar otros 90 de la compensación. En total 230 y eso es aproximadamente un 15% superior a los días previos a su implantación. Hay una serie de factores que han coincidido y que lo explican:
Mayor exportación a Francia, aumento del consumo eléctrico por la ola de calor y menor aportación renovable son algunos de los factores que explican lo que ha salido mal con la excepción ibérica en sus primeros días de aplicación.
Por lo tanto, el primer objetivo, y el más inmediato que se perseguía con la medida, de momento no se ha cumplido: controlar y hacer bajar el precio de la electricidad a la vez que se reduce la inflación. También, como ha explicado Jorge Morales de Labra en En boca de todos de Cuatro TV, esta no era la única razón de ser de la excepción ibérica. Había más y esas sí se han cumplido. Todo hay que decirlo. Tanto lo bueno como lo malo. Y es que durante toda la semana el precio del gas en los mercados internacionales ha vuelto a subir y mucho. Se ha disparado de forma muy intensa. Tanto, que hace apenas una semana cotizaba a unos 80 euros/MWh y ahora mismo está por encima de los 130. Demasiada diferencia. 50 euros de incremento en solo 7 días.
Casualidad o no, el día del estreno de la excepción ibérica ha sido en el que más gas se ha usado en la generación eléctrica de los últimos 8 años y, más curioso todavía, en 15 de las 24 horas el precio lo ha marcado el agua.
Y, como es habitual, esa subida del gas ha arrastrado a todos los mercados eléctricos europeos salvo con una excepción. Al de España y Portugal que lo comparten y donde, por cierto, está funcionando el nuevo mecanismo de fijación de precios. En Francia se han incrementado del orden del 40% y en Alemania más de lo mismo. Mientras que en la península ibérica ha sido muy inferior. De algo menos del 10%. Es decir, la medida en el corto plazo no está sirviendo para controlar la inflación. Sin embargo, en el medio está evitando el contagio de las nuevas subidas del gas en la factura de la luz. Por lo tanto, sin este tope que ha alterado las reglas de juego del sector, los recibos seguirían aumentando más de lo que ya lo han hecho.
“Si no se hubiera conseguido este mecanismo para España y Portugal hoy el precio de la luz sería 72 euros superior al que ha marcado con la excepción ibérica y solo hay que compararlo con el del resto de países de la UE”.