Más gas que nunca, pero las exportaciones de gas de España están muy limitadas. Por barco no hay dónde mandarlo y a través de gaseoductos apenas se podría aportar el 2% de todo el que se consume en Europa.
Algo absurdo. Europa quiere disminuir un 15% el consumo de gas en todos los países para reducir la dependencia de Rusia. Buena idea lo segundo y un poco surrealista lo primero. A España le tocaría un poco menos, en torno al 8%, pero tampoco es que tenga demasiado sentido. Sencillamente un poco ridículo. No tiene lógica alguna por una razón muy sencilla. La península ibérica tiene muchas más formas de entrada de esta materia prima energética que otros países de Europa. A través de gaseoductos y además por barco con las 6 estaciones regasificadoras que hay aquí más otra en Portugal. Así, lo que ocurre es que hay grandes posibilidades de diversificar los suministros. También, como ha recordado Jorge Morales de Labra en La linterna de cadena COPE, ya hay almacenada la cantidad equivalente a 45 días de consumo a pleno rendimiento.
Jamás en la historia antes de llegar el 1 de agosto las reservas habían estado tan llenas, pero con una dificultad añadida. Es casi imposible sacarlo para enviarlo a otros países de Europa en la que la situación es peor. Es decir, se podría volver a enviar por barco, pero eso no es necesario porque no le hace falta a nadie. El problema que tiene Alemania, por ejemplo, es que no dispone de la infraestructura para poder recibirlo y procesarlo. Por tanto, por vía marítima no es posible porque no hay sitio al que llevarlo. Eso sí, ahora están construyendo una regasificadora móvil deprisa y corriendo. Entonces, ¿cómo puede exportar España su excedente de gas? El único modo de hacerlo sería a través de gaseoductos y ya es algo que se viene realizando desde hace un tiempo. A través de dos infraestructuras que conectan con Francia.
Aunque en España no habrá falta de suministro este invierno, el problema puede ser de precio. El gas natural cotiza a 200 euros/MWh cuando lo habitual es 20. Por este motivo, el recibo de la calefacción va a aumentar y mucho.
Pues bien, lo que pasa es que su capacidad de exportación es bastante limitada. Exactamente el máximo que se podría enviar por esta vía es de unos 8 bcm anuales. Poco si se le compara con el consumo total europeo de gas apenas llega al 2%. En todo el continente se necesitan 400 bcm al año de los cuales hasta esta crisis Rusia aportaba unos 200. Algo se puede contribuir, pero no es la solución definitiva al problema, ni mucho menos. España no tiene una gran capacidad de exportación. Por tanto, que se pueda convertir en una gran potencia del gas está aún lejos. Para traerlo desde luego que sí, pero para sacarlo va a ser difícil. Más que nada porque no hay forma de hacerlo. Mucha cantidad para consumo interno y poco más. Por este motivo, la reducción del 7% no tiene en este caso lógica alguna.
Parece irracional que haya que decirle a la industria en algún momento que pare las máquinas. Lo normal es que solo se haga en los casos en los que no se pueda pagar porque los precios sean demasiado elevados y no les salgan las cuentas. También es cierto que el coste está ya a unos niveles en los que, por desgracia, muchas empresas ya no lo pueden asumir. Sin embargo, no debe ser nunca una imposición sino más bien una decisión porque gas hay de sobra. Además, hay que tener en cuenta que hay cierta confusión entre el papel de las compañías gasistas y la de los gobiernos a la hora de comprarlo. Son las primeras las que lo hacen y no es responsabilidad de los segundos. Los contratos son suyos. Por tanto, son ellas las que deciden los proveedores que tienen en determinados momentos.