Difícil negociación. Ni frío, ni calor… Cada uno defiende sus intereses como puede, pero en la guerra del aire acondicionado en la oficina siempre es posible firmar la paz. Estrategias y soluciones.
Termópilas, Navas de Tolosa, Saratoga, Yorktown, Waterloo, Gettysburg, Somme, Stalingrado, desembarco de Normandía… son sin duda algunas de las batallas más importantes de la Historia. Pues nada comparado con la que se vive todos los años por estas fechas en la oficina. Eso sí, con menos bajas y las que se producen suelen ser por enfermedad común. Normalmente, resfriado. La guerra del aire acondicionado la llaman y también tiene de todo. Acción, constancia, pasión y al final algo de negociación para tratar de alcanzar algún tipo de acuerdo. Tampoco le falta estrategia. Sí, vale casi todo para hacerse con la victoria y tener el control absoluto del mando del termostato. ¡Hasta madrugar para llegar el primero a la oficina! Lo nunca visto… Y todo para ser el que determine el cuándo, dónde y a qué temperatura ponerlo.
La temperatura de confort en verano no es la misma que en invierno. Lo normal a 25ºC y hay que tener en cuenta que cada grado de menos supondrá un 7% más en el recibo de la luz.
El aire acondicionado nunca sopla a gusto de todos. Imprescindible para poder trabajar y, por supuesto, motivo de queja frecuente. En oficinas, pero también en transportes, comercios… El uso de la climatización siempre requiere de una amplia y flexible negociación. Aún así no hay mediador que pueda con esto. Para unos mucho frío y para otros demasiado calor. Sin embargo, más allá de gustos o preferencias personales ya existe un acuerdo previo sobre la temperatura. Lo normal, 25ºC y siempre teniendo en cuenta la del exterior. Nunca debería haber más de 12ºC de diferencia. Año tras año se publican estudios sobre el tema y se desarrollan algoritmos que lo confirman. Es en la que se produce la menor insatisfacción. El 92% de las personas firmarían sin dudarlo la paz a esa temperatura, pero depende de la vestimenta y de la actividad.
Además, sistemas cada vez más eficientes como la tecnología Inverter evitan el ya clásico chorro frio que tantas discusiones genera. Incluso, permiten crear zonas con diferentes temperaturas y caudales regulables. Más alto o más bajo, el verano sin el aire no sería lo mismo. Sin embargo, como ha contado Jorge Morales de Labra en Madrid Directo de Telemadrid, en esta guerra no todo vale. De subir y bajar la temperatura todo el tiempo, nada de nada. Ni mucho menos lo de tapar directamente las rejillas por las que sale. Hacerlo ya sea parcial o totalmente siempre es mala cosa. Tan solo se conseguirá derrochar energía y no está el tema para bromas. También podría afectar al propio funcionamiento. Aumenta la carga en el tubo y no son las condiciones óptimas para las que fue diseñado. No, no es buena idea y se debería dejar siempre como último recurso.
Más ahorro y bienestar. Los filtros del aire acondicionado se deben limpiar al menos una vez al año. En caso contrario, el coste aumentará e, incluso, se puede llegar a multiplicar.
Eso sí, hay otras armas mucho más sencillas y efectivas para tratar de combatirlo. Empezando por la vestimenta. Tan fácil como tener una chaqueta en la oficina. No hace falta traerla puesta de casa. Se puede guardar en un cajón y dejarla allí para cuando se empiecen a enfriar la atmósfera y los ánimos. Eso para los que sientan frío porque para los que pasan auténticos sofocos hay otras soluciones. La más sencilla, el ventilador. Aire en movimiento. No enfría, pero mejora y de qué manera la sensación térmica. Así funciona el cuerpo humano, que cuando sopla un poco de viento cree que hace más fresco. También se siente más cómodo, aunque sea cálido lo agradece. Pues los hay pequeños y que se enchufan al USB del ordenador. Y todo sin apenas consumo energético ni gasto en la factura para acabar de una vez con la guerra del aire acondicionado.