La entrada en vigor del veto al diésel de Rusia y otros productos derivados del petróleo ruso ha hecho saltar de nuevo las alarmas entre los consumidores. ¿Subirá el precio? ¿Habrá falta de suministro? ¿Tiene otras implicaciones?
Ya no habrá en Europa más derivados del petróleo ruso. Gasolina, queroseno y alquitrán, pero especialmente diésel. Hasta el inicio de la guerra el 44% de las importaciones de este tipo de productos venía desde Rusia. El equivalente al 10% de la demanda. Eso sí, la Unión europea confía que en el tiempo entre que se pactaron las sanciones y su entrada en vigor haya sido suficiente como para buscar y encontrar nuevas rutas de suministro. Los 27 estados miembros acordaron esta medida a principios de diciembre, pero había formas de saltarse la norma. Por ejemplo, transportar los combustibles por oleoducto estaba permitido mientras que por barco no. Con la entrada en vigor de las nuevas sanciones los carburantes ya no pueden entrar de ninguna manera. Tampoco otros productos plásticos ni pesticidas.
Así, se espera que el incremento de los costes de transporte provoque una subida de los precios. A partir de ahora los proveedores tendrán que ser países de Oriente Medio, China o Estados Unidos. Además, ante esta situación, los productores españoles podrían aumentar también las exportaciones. De este modo, se reduciría la oferta en España. Además, conviene tener en cuenta que este tipo de carburante es el más complicado de producir. Tanto, que su fabricación tocó techo en 2015. Sin embargo, este nuevo veto o sanción tiene otras implicaciones.
Rusia dejará de ingresar 120 millones de euros diarios, pero también la Unión Europea perderá el equivalente a 14.000 piscinas olímpicas llenas de diésel y otro tipo de combustibles.
Sin embargo, como ha explicado Jorge Morales de Labra en La hora de La1, lo primero que hay que saber es que en Europa está garantizado el suministro y más aún en España. Ya no se habla del petróleo crudo sino de lo que sale del surtidor cada vez que se va a repostar: queroseno para los aviones, gasolina y diésel, fundamentalmente. Importante este último porque supone más de la mitad del total de importaciones. Por eso se habla de veto a este tipo de combustible, pero, en realidad, afecta a muchos más productos. También hay que destacar que no se espera que haya problemas de suministro.
Las refinerías españolas están todavía lejos del 100% de su capacidad. Pueden abastecer a todo el mercado nacional. Por tanto, hay que estar tranquilos. No va a faltar en ninguna estación de servicio. Otra cosa será el precio. Desde el mes de agosto se está viendo que de forma sostenida el diésel es más caro que la gasolina. Y eso que cuenta con una importante bonificación fiscal. El motivo por el que históricamente era más barato es porque tiene menos impuestos y no porque costará menos en origen. Del orden de 10 céntimos por litro y, por el contrario, su precio ahora está igualado o es ligeramente superior. Además, se espera es que esa situación se mantenga a largo plazo al depender en mayor medida de las importaciones que cualquier otro combustible. Poco a poco se irá reajustando el sistema.