En la búsqueda de soluciones a la crisis energética están surgiendo propuestas de todo tipo. Algunas castigan el exceso de consumo y otras tratan de incentivar y premiar el ahorro energético.
Diferentes enfoques a un mismo problema. La última de las propuestas que se ha puesto sobre la mesa es de las segundas. Dos perspectivas y ¡qué por soluciones no sea! Así, la medida estrella del Partido Popular ante la crisis energética es una rebaja en la factura de la luz y del gas tanto para empresas como para familias y proporcional al ahorro que consigan aplicar. Sencillo, pero más complicado de lo que parece… Así, los que consigan reducir el consumo entre el 3% y el 7% verán cómo bajan sus facturas en la misma proporción. Casi de idéntica magnitud. Del 5% en la de electricidad y del 10% en la de la calefacción y la del agua caliente. En total tres tramos y este es solo el primero. A mayor eficiencia, más descuento y pueden llegar a ser muy importantes. Hasta el 40% en la del gas, por ejemplo.
Esta propuesta de premiar el ahorro energético podría estar lista a partir de noviembre y para calcularlo siempre se tendría como referencia el importe de la factura del mismo mes del año anterior.
Sobre el papel parece una buena forma de incentivar el ahorro y el consumo responsable. Eso en un plano teórico, aunque mucho mejor sería hacerlo de forma natural. En caso de que no se produzca de esta manera hay dos formas de conseguirlo. La primera es subir el precio hasta el punto de que todo el mundo se regule al ver la factura. Ya hay países en los que se ha puesto un sistema de franquicias. Un primer tramo para todo lo que se considera esencial con un coste razonable y a partir de ahí que vaya subiendo hasta que casi sea imposible pagarlo. Eso sí, hay otra alternativa. Bonificar la eficiencia y la reducción en el gasto de energía. Esta segunda parece la más razonable porque no penaliza, sino que premia. Por cierto, algo que siempre está mucho mejor visto.
Sin embargo, tal y como ha explicado Jorge Morales de Labra en Trece al mediodía de Trece TV, la idea es buena en la teoría, pero de muy difícil aplicación en la práctica. Casi imposible poder ponerla en marcha. El problema es que es muy difícil de medir y comprobar porque hay grandes diferencias entre unas familias y otras. Depende de muchos factores. Por ejemplo, de la cantidad de electrodomésticos que tengan o utilicen de forma simultánea, del tamaño de la vivienda o de la calidad de su aislamiento… Por eso, en unos casos será más difícil ahorrar en esos porcentajes y en otros realmente complicado. Muy difícil. Además, hay que tener en cuenta que ya hay muchas familias que han estado haciendo un esfuerzo para el ahorro energético en los últimos meses. A todos ellos les será complicado reducir todavía más el consumo.
Más allá de premios y descuentos la propuesta también busca un cambio de hábitos de consumo a otros más responsables y eficientes evitando el despilfarro que, además, puede tener una recompensa económica.
No tendrán premio ni se verá recompensada su actitud con un descuento. Injusto. Y todo eso sin contar con que a la hora de compararlo con los recibos del año pasado influyen otros muchos factores externos. El principal es la meteorología. Es decir, la temperatura en el exterior. Hay inviernos más duros que otros y el de 2021 fue especialmente suave. Así que si el de este año viene frío en la comparativa se va a salir perdiendo siempre. Muy difícil de calcular también en verano. El último ha sido especialmente sofocante. Mucho más que el anterior con olas de calor que han durado casi un mes sin dar respiro. Más consumo, pero por necesidad. Ahí es donde reside la principal dificultad para medir el ahorro de energía. No es nada sencillo y, por este motivo, su aplicación es prácticamente imposible.