En la planificación de una guerra todo influye. Desde la estrategia hasta la meteorología o las armas y en la de Ucrania el gas de Rusia es una de las principales. También las fábulas infantiles, pero lo malo es que todos la conozcan.
¡Amiga hormiga! ¿No te cansas de tanto trabajar? Descansa un rato conmigo mientras canto algo para ti. – Le decía la cigarra a la hormiga. Todo el mundo conoce la fábula y también la moraleja, que la tiene… Sin embargo, lo que pocos sabrán es su relación con el gas. Y es que, en la guerra de Ucrania, aunque a veces no lo parezca, todo está calculado a la perfección. Incluso el momento para iniciarla. No es por casualidad que sea en los meses más gélidos del año y eso que tampoco tiene nada que ver con los Juegos Olímpicos de Invierno. Ya se sabe lo mal que le sentó el frío de esas latitudes primero a la Grande Armée de Napoleón y después en la II Guerra Mundial. También para los propios rusos durante la batalla de Moscú.
Todos los factores se tienen en cuenta al planear una guerra y el de la meteorología no iba a ser menos. También es algo de lo que, como ha recordado Jorge Morales de Labra en La hora de La1, ya se llevaba hablando durante bastante tiempo. Y es que la principal dependencia de Europa respecto a Rusia, si se habla de energía no es el petróleo sino el gas. Importante también, pero sin el crudo ruso se podría vivir. Se puede conseguir, pero sin su gas no. Al menos no en este momento y esta es una de las claves. Por eso, los precios en los mercados se han vuelto locos. Suben y bajan sin parar aumentando aún más la dependencia. Por suerte, el problema es de coste y no de suministro. Más que nada porque en el Viejo Continente un tercio del total se utiliza para calefacción.
Mientras que en España el gas que llega de Rusia apenas supone el 10% del total, el resto de Europa tiene una mayor dependencia. De media más del 40% lo reciben desde este país.
Para calentar agua y casas y aquí es donde viene lo de la cigarra y la hormiga. El sol brillaba, las flores desprendían su aroma…y la cigarra cantaba y cantaba. Mientras tanto su amiga, una pequeña hormiga, se pasaba el día entero trabajando… Exactamente igual. Durante el verano todos los países de Europa van acumulando gas. Poco a poco, aprovechando el momento de menor consumo, para tenerlo para el invierno. De otra forma, por los gaseoductos no se podría abastecer todo el que se necesita en los meses de mayor demanda. El problema es que Rusia lo sabe. Por eso desde el mes de septiembre ha venido reduciendo drásticamente su exportación. Para esa fecha, las reservas tenían que estar a tope, y no lo estaban. Ni mucho menos. Es más, por eso, ya en noviembre ya empezó a surgir el rumor de un gran apagón energético.
Uno que podría dejar a oscuras a toda Europa. Realmente improbable, pero por primera vez en muchos años la posibilidad de que hubiera restricciones en el suministro estaba ahí. La suerte es que al final el invierno este año ha sido más suave de lo habitual. No ha hecho demasiado frío, y se ha podido llegar casi al final sin sobresaltos. Eso sí, ahora mismo estamos en mínimos históricos. Nunca antes los depósitos habían estado tan vacíos en esta época del año. Y ahora en unas semanas lo que toca es volver a rellenarlos. El problema es ver la forma de hacerlo en una situación tan compleja como esta. Dime ahora amiga cigarra, ¿qué hacías tú mientras yo madrugaba para trabajar? ¿Qué hacías mientras yo cargaba con granos de trigo de acá para allá? Eso mismo es lo que le pregunta ahora Putin a Europa.