La desescalada o descenso del recibo de la luz se ha iniciado mucho antes incluso de que se oyera hablar de coronavirus, aunque éste lo haya acelerado. De hecho, el precio de la electricidad lleva bajando desde hace más de un año.
Con un ojo en la ventana para ver qué pasa ahí fuera y otro en la puerta esperando a que llegue el momento de volver a abrirla, han llegado a los buzones, y a las cuentas corrientes, los recibos de la luz. Muchas cosas han pasado en los más de 40 días que está durando la cuarentena. Teletrabajo, más tiempo en casa y vida familiar, salidas contadas con los dedos de la mano y demasiadas noticias en televisión. Pues de todas, hay que prestar atención fundamentalmente a una. La parte positiva, que siempre la hay. Y es que, a pesar de haberse aumentado el consumo eléctrico en los hogares, la factura de la electricidad sigue siendo esencialmente la misma. El precio de la luz ha bajado y el ahorro es tal que no se puede contar con todos esos dedos juntos, pies incluidos. Es más, tanto como para compensar su mayor utilización en los hogares.
Hoy, la factura de la luz es un 23,4% más barata que el mismo periodo del año anterior y, sin embargo, cada día son más familias que pagan más por la electricidad que consumen.
Lo comido por lo servido. Buenas noticias, por tanto, aunque, tal y como ha desvelado Jorge Morales de Labra en Más vale Tarde, también tiene su “pero”. Sí, luz más barata, alrededor de un 20% más económica que hace un año, pero no para todos. Solo para los que tengan la tarifa adecuada y eso vienen a ser menos de la mitad de los consumidores. Aún quedan 16 millones de usuarios que se siguen preguntado cómo su recibo sigue creciendo. La respuesta es sencilla. No tienen una tarifa variable sino fija. Es decir, lo que pagan por la electricidad no depende de los mercados mayoristas que es donde se ha producido el desplome. Así, en algunos casos pagan hasta el 30% más de lo que deberían si estuvieran acogidos a la tarifa oficial o a otras que la tengan como referencia como la Cristalina de Próxima Energía.
Sin fases, objetivos o ámbitos geográficos. La desescalada del recibo de la luz se ha iniciado mucho antes incluso de que se oyera hablar de coronavirus. Es cierto que lo ha acelerado, pero la tendencia ya estaba ahí. De hecho, el precio de la electricidad lleva bajando desde hace más de un año, pero solo para unos pocos. Para los 11 millones de consumidores que saben que el precio de la luz cambia a cada hora y que no cuesta lo mismo poner la lavadora a las 3 que a las 6. A veces complicado de entender, pero año tras año se demuestra que es lo más económico. Sin embargo, llama la atención que la mayoría de las familias tienen tarifas a precio fijo. Más sencillo y caro al mismo tiempo. Eligen pagar más por lo mismo, como si no quisieran participar de la desescalada. Para hacerlo y disfrutar de sus ventajas solo hay que cambiarla a una variable.
El precio de la luz en los mercados mayoristas ha caído un 65% en menos de un año y la bajada solo se trasladará al recibo de la luz de quienes tengan contratadas tarifas variables
Y la desescalada del precio de la electricidad podría ser aún mayor si a la tarifa variable, Oficial o similares, se le suma la discriminación horaria. Más barata si cabe para quienes eligen que la luz sea más barata durante 14 horas al día a cambio de pagar un poco más las 10 horas restantes. Lo que desde hace años viene recomendando Próxima Energía es aún un poco más económico. Eso sí, ya no es el momento de solicitar esta modalidad y no es por el coronavirus. El motivo es otro. El cambio tiene un coste de 11 euros y está previsto que en el mes de noviembre entre en vigor un cambio tarifario que ya lo incluye. Por eso es posible que ya no salgan las cuentas. Las que si siguen saliendo son las de cambiar a una tarifa variable. Así, participar y beneficiarse de la desescalada del recibo de la luz es rápido, sencillo y se puede hacer desde casa durante el confinamiento.