La crisis energética ha hecho que cada vez más personas miren la factura de la luz para saber si pagan de más o de menos, pero la dificultad de elegir la tarifa más adecuada sigue estando ahí.

El lío que se ha montado con las tarifas eléctricas no es ni medio normal. Nadie sabe ya si está pagando mucho o poco o si incluye o no la compensación. Ni idea ni siquiera para saber la que se tiene contratada. Mercado libre o regulado, PVPC, fija o variable… Difícil saber así cuál es la que más conviene al consumidor. No es nada sencillo salvo que se trate del recibo del gas. Ahí no hay ninguna duda. Está bastante claro porque la TUR solo se actualiza cada tres meses y tiene restringidas las subidas. Sin embargo, con la electricidad es bastante más complicado. Así, como ha explicado Jorge Morales de Labra en Más vale tarde de La Sexta, lo primero que hay que saber distinguir es las modalidades de contratación que hay en el mercado.

Las más habituales, 7 de cada 10 hogares las tienen contratadas, son las (1.) tarifas a precio fijo. Como su propio nombre indica son las que cobran siempre lo mismo por la energía consumida. Da igual la hora del día o el mes del año, que el precio va a ser siempre igual. Tampoco depende de otros factores como el precio del gas o los mercados. Eso sí, a su vez, se dividen en varios tipos y no todas son iguales. Lo normal es que sean (1.1) estables. Es decir, aquellas en las que da igual consumir a las 3 de la tarde que a las 3 de la mañana. Otras, aunque fijas, tienen un diferente coste (1.2) por franjas horarias. Llana, punta y valle para tratar de incentivar el consumo en los momentos de menor demanda. Hasta ahí todo bien. Después están las peores de todas: las (1.3) planas.
Recibos siempre iguales con independencia de la energía que se consuma. Sin embargo, las tarifas planas tienen truco. A final de año se hace un ajuste con lo que se debería haber pagado y se convierte en una fija.

Aun así, para saber cuál es la mejor opción del mercado hay otro problema. La enorme diferencia de precios que ofertan las compañías para los contratos. Pueden ir de los 0,17 a los 0,50 euros tranquilamente y eso es mucho. Además, estas tarifas se presentan y se comercializan sin incluir el tope al gas de la excepción ibérica. ¡Cuidado! porque luego hay que sumarla y no es que sea precisamente un importe menor. Ha bajado bastante desde el pasado mes de agosto que fue el mes en el que más se pagó por este concepto. De los 0,18 céntimo a los 0,11, pero sigue siendo relevante. El cálculo es sencillo. Incluso teniendo la mejor de las tarifas a precio fijo, que de esas quedan pocas, al añadirle la compensación al gas, sube hasta los 0,28 euros/MWh. Eso como mínimo y en el caso más favorable. Importante la fecha de renovación.
Al renovar los contratos fijos no solo pueden cambiar las condiciones, sino que se empezará a pagar por la compensación al gas. Así, el que era un precio relativamente bueno puede convertirse en mucho mayor.

Luego ya vienen las (2.) tarifas variables. Aquellas en las que el precio de la electricidad va variando hora a hora los 365 días del año. De este tipo la más conocida es la oficial, pero hay otras muchas más. Mientras las fijas son muy habituales en el ámbito doméstico, en comercios y empresas son muy raras. Difíciles de encontrar por encima de los 10 kW de potencia contratada. Es el límite. Es decir, grandes casas, bares, restaurantes, peluquerías…por no hablar ya de industrias, todos tienen tarifas variables que no son la oficial. Esta última es solo para el ámbito doméstico. Está restringida. Tienen un inconveniente y es que para sacarles el máximo partido hay que estar pendientes de las diferentes aplicaciones de móvil para saber cuál es el mejor momento para intensificar el consumo. La diferencia en la factura se nota.
Por ejemplo, ahora mismo, las horas más baratas son en las que hace más sol o sopla más viento. Lo normal, por tanto, es que sea a mediodía o de madrugada, pero puede cambiar dependiendo de la meteorología. Además, estas tarifas están bajando mucho. Se están desplomando y tienen otra ventaja. En el precio ya se incluye la compensación al gas. De modo que refleja el coste real. Si en agosto rondaban los 39 céntimos, y por tanto merecían más la pena las modalidades fijas, ahora la cosa ha cambiado bastante. Están por debajo de los 25 y vuelven a ser interesantes y competitivas. Eso de momento porque la situación en los mercados es tan variable que la cosa puede cambiar en las próximas semanas.