Siempre compensa apagar las luces al salir de una habitación sean del tipo que sean tan solo con una excepción: los tubos fluorescentes, pero ¿quién sigue teniendo esta tecnología en casa? Hay que sustituirlos ya mismo.
No es ningún secreto que el mundo de la electricidad está lleno de misterios, secretos y mitos. Casi leyendas que se dan por ciertas sin que nadie sepa si realmente son así. Sin duda, algunas de las más extendidas hablan de la iluminación. Siempre se ha dicho a los niños (y a muchos adultos) que hay que apagar las luces al salir de la habitación. También al abandonar el cuarto de baño porque si no, bombilla a bombilla y estancia por estancia, al final se queda toda la casa encendida, pero ¿es cierto? ¿Al final se nota en la factura? ¿Merece la pena pulsar el interruptor constantemente? La respuesta es sí, como ha explicado Jorge Morales de Labra en El programa de Ana Rosa de Telecinco.
En realidad, sucede igual que con la calefacción. Hay infinidad de estudios que demuestran que hay que apagar el termostato cuando no se esté en casa. En ningún caso es rentable calentar los muebles. Lo mismo pasa con las luces. Compensa más apagarlas que dejarlas encendidas. Algo menos que hace unos años. Sigue saliendo a cuenta, aunque la tecnología LED ha reducido de forma importante el gasto en iluminación. Consumen hasta 7 veces menos y aun así los números siguen saliendo a la perfección. Además, hay que tener en cuenta que, con las incandescentes había un problema con el encendido y el apagado. Cuantas más veces se pulsara el interruptor mayores eran las posibilidades de que se estropearan. El típico fundido que ya casi ha quedado en el olvido. Esa es precisamente una de las ventajas de las modernas.
No hay que darle muchas vueltas, solo las justas para desenroscarla del casquillo porque las LED consumen 7 veces menos para dar la misma luz que las convencionales. Compensa cambiarlas ya mismo sin esperar a que se fundan.
Duran más porque no se calientan y apenas sufren deterioro por hacer este gesto. Por tanto, se diga lo que se diga, mejor siempre desconectadas. Eso sí, hay una excepción. Solo una, los tubos fluorescentes. Lo mejor es dejarlo encendido si se va a volver a entrar en la habitación en unos minutos. Aproximadamente 7 porque cuando más gastan y más consumo realizan es justo en el momento de cebar el arco. Justo al principio del todo para que empiecen a dar luz. Sin embargo, la gran pregunta es… ¿Quién los sigue teniendo y utilizándolos en casa? Lo más importante y rentable es quitarlos y sustituirlos ya mismo. Más que nada porque la Unión Europea los va a prohibir desde el 26 de agosto del año que viene. Tienen fecha de caducidad. Sin duda, es como para hacerlo ya mismo. El mejor momento para hacerlo.
A partir de esa fecha ya no se van a poder vender ni comprar recambios en toda Europa y en segundo lugar porque la alternativa LED ya existe y se puede encontrar en las tiendas. Muchas son las ventajas. No contienen mercurio, tampoco vibran ni emiten ningún tipo de ruido, y además no se estropean al encenderlos y apagarlos las veces que sean necesarias. También dan una luz más natural. Sin distorsionar ni modificar los colores y esa molesta intermitencia que a veces producen. Todo eso se evita y duran más tiempo. El único problema es que son algo más caros. No demasiado porque dependiendo del tamaño pueden costar entre 6 y 10 euros. Hasta 5 veces menos que hace tan solo unos años. Entonces el cambio de tecnología suponía una inversión importante, pero ya no. Y, además se nota en la factura. La mitad que con los antiguos.