Ansiedad y preocupación incluso antes de que llegue el recibo, pánico cada vez que se mira el buzón y conductas de evitación a la hora de leerlo… pueden ser los primeros síntomas de la fobia a la factura del gas.
Zoofobia, miedo a los animales; aerofobia, a volar; acrofobia, a las alturas; claustrofobia, a los espacios cerrados; tripanofobia, a las agujas y a las inyecciones; brontofobia, cuando hay una intensa tormenta; amaxofobia, si de lo que se trata es de conducir… ¡Hasta aracnofobia tiene su propia película! Aproximadamente el 10% tiene una fobia específica y es muy probable que el resto aún no lo sepa. Las hay de muchos tipos, pero todas tienen algo en común. Una respuesta irracional y desmesurada que siempre se manifiesta de tres formas. Ansiedad anticipatoria que aparece antes de enfrentarse o al imaginar el estímulo fóbico. También temor en el momento de la exposición. Y, por último, conductas de evitación que aparecen después de haber sentido el miedo. Eso mismo es lo que está pasando últimamente con la factura del gas (y de la luz).
Durante este mes han estado llegando los primeros recibos del invierno y es normal que a veces haya cierto pánico. En algunos casos se han llegado a multiplicar hasta por 4. Así, como suena. La mayoría de estos hogares siguen estando en el mercado libre. Por eso los expertos recomiendan mirar con atención la factura y comparar tarifas. No son casos aislados… De hasta 775 euros por dos meses de consumo de gas. Al verlo nadie se lo puede creer. Todo el mundo piensa que ha habido algún tipo de error porque la diferencia con la de otros años es abismal. Hasta ahora se podían considerar normales de unos 200 euros o un poco más en meses muy fríos. Demasiada diferencia. El motivo es sencillo. La compañía ha pasado de cobrar menos de 10 céntimos por kWh a casi 30. Es decir, se ha multiplicado el precio por 4.
También tiene solución. Como ha explicado Jorge Morales de Labra en el Telediario de TVE, sigue sin haber ninguna tarifa en el merado libre que pueda competir a la tarifa regulada. La tarifa TUR, ahora mismo, no tiene rival. El problema es que la mayoría de las personas no sabía ni que existía ni mucho menos su gran ventaja económica. Lo más habitual era que una vez que se daba de alta este suministro, igual que la electricidad, nadie se preocupara de cambiarla. Años y años con la misma tarifa hasta que ahora ha llegado el susto.
No hay quien lo entienda. Ni libre o regulado, precio fijo o variable, ni tampoco nada de nada. Por eso, se trata de un miedo a lo desconocido. También irracional, pero nunca es tarde para ponerle remedio. Aunque ya haya pasado lo peor del invierno todavía merece la pena hacer el cambio. La mejor recomendación es estar lo más atentos posible a la situación del mercado. Es complicado, pero informarse es fundamental. Tener así una referencia de lo que se está pagando con el actual contrato y de cuánto se pagaría en la tarifa regulada. No hay que olvidar está subvencionada con más de 3.000 millones de euros de fondos públicos. Ese es el motivo por el que en los últimos 4 meses unos 740.000 hogares se han pasado a la tarifa TUR. Aun así, el mercado regulado sigue siendo mayoritario y representa 7 de cada 10 contratos.