Por fin, más energía generada de la consumida en el propio proceso de fusión nuclear. Gran avance científico, con un coste de más 3.500 millones de dólares, al que aún le queda más de tres décadas para que pueda ser utilizada comercialmente.
No apto para cualquier bolsillo. Tampoco para todos los paladares. Tres tipos de caviar, oscietra reale prestigio, de esturión iraní y del Mar Caspio; langostinos del sur de Italia; langosta roja de Noruega; ocho tipos de quesos… y, por supuesto, trufa y sal rosa australiana. También hay que tener en cuenta que, si el secreto está en la masa, la de la pizza más cara del mundo tiene mucha miga. Más de 40 horas para elaborarla. Eso sí, lo bueno es que incluye las bebidas. Uno de los Champagnes más exclusivos y limitados y coñac. El capricho cuesta unos 8.300 euros y te la preparan directamente en casa. Sin embargo, eso no es nada si se compara con los 10.000 BTC que Laszlo Hanyecz pagó con gusto por dos familiares allá por el año 2010. Probablemente una sería Hawaiana que, en realidad, es alemana.

Al cambio hoy serían unos 200 millones de euros y eso que ha bajado mucho en el último año. Pues todas esas cifras serían pura calderilla si para calentarla se utilizara fusión nuclear. Sin duda, la noticia del año si se habla de ciencia… Por primera vez se ha logrado que tenga saldo positivo. Es decir, que produzca más energía de la que consume en el proceso de generación. Algo para celebrar y podría ser con una pizza. Avanza, pero aún le queda un largo camino por recorrer. De más de 30 años para ver aplicaciones comerciales y gran escala. Esas son las previsiones más optimistas. En cualquier caso, un paso que hay que celebrar, pero no con una pizza porque después de 3.500 millones de dólares y varios años de investigación la cantidad producida no alcanzaría para calentarla.
Solo para hacerse una idea, los átomos de hidrógeno contenidos en un vaso de agua podrían satisfacer las necesidades energéticas de una familia media durante más de 80 años. Es decir, durante toda la vida de una persona.
También se les ha olvidado contar que solo lo han conseguido en el laboratorio más avanzado del mundo en el que, por cierto, trabajan más de 9.000 personas. Aun así, importante porque hasta ahora cuando se recreaba la energía del sol en la Tierra se gastaba más de la que se generaba. Ahora se ha conseguido que se invierta. Por fin, el saldo es ligeramente positivo, pero hay que insistir en que si se incluyeran todos los gastos de las instalaciones, trabajadores, la electricidad para calentar los láseres que lo hacen posible… las cuentas no saldrían para nada. Gran avance, pero no se puede hablar de éxito absoluto ni nada parecido. Tampoco que ahí se encuentre la solución inmediata a todos los problemas de la crisis energética y climática. Éxito desde el punto de vista científico, pero desde el práctico todavía falta mucho.

Luego, además, hay que tener en cuenta que hay mucho marketing en todo esto. El logro más importante del s.XXI dice la secretaria de Energía de Estados Unidos, pero para que termine aún faltan otros 77 años. Por tanto, se trata de una forma de justificar todo ese gasto. Eso sí, siempre hay que quedarse con lo positivo: una visión prometedora del futuro. Mientras en Europa se está apostando por otra tecnología de fusión totalmente diferente. Una que seguramente vaya a ser bastante más barata, pero a la quedan muchos años para conseguir este primer hito. No hay que alzar las campanas al vuelo porque incluso se han llegado a escuchar voces asegurando que ahora ya las renovables no hacen falta para nada. Tres décadas quedan para que se pueda ver cómo se reproduce la forma en que se genera el sol energía.