No salen las cuentas. En 7 años el 80% de la electricidad de España será renovable. Más barata y además las exigencias de las nucleares son altas para mantenerlas en funcionamiento porque requieren de grandes inversiones.
Todo parece indicar que no hay marcha atrás. Las centrales nucleares cerrarán en 2030 tal y como estaba previsto y acordado con las propias eléctricas. Unas lo harán un poco antes y otras ligeramente después, pero tienen fecha de caducidad. Sin embargo, cuanto más cerca está el momento de que apaguen sus reactores más se intensifica el debate de si deben permanecer en funcionamiento algún tiempo más. Por cierto, una discusión estéril porque en realidad no tiene mucho sentido. Hay algunas razones a favor y muchas en contra. Por si no fuera poco, el elevado coste social y económico, en 7 años no harán falta. El despliegue de renovables es tal que en menos de una década llegarán a aportar el 80% del total de la energía eléctrica que se consume en España. Además, requerirían de grandes inversiones y eso sin contar con la custodia de los residuos.

En otros países no hay tanto debate. Lo tienen claro y además lo han planteado de una forma mucho más sencilla. Por ejemplo, en Alemania donde se han cerrado este mismo año. Les bastó con sentar en una mesa a todas las partes implicadas, analizaron pros, contras y, especialmente, los costes, y el resultado final está ahí… No había experiencia internacional en la materia, pero hicieron una estimación de lo que había que invertir y no les salían las cuentas de ninguna manera. Era tan elevado que lo mejor era invertir en otras tecnologías con más futuro. En España, no se ha hecho este ejercicio, pero la propuesta está siempre presente. De hecho, se esconden las cifras porque hay muchos intereses en juego. Prorrogar la vida de las nucleares tiene un problema. Sería necesario hacer enormes inversiones para garantizar que seguirán siendo seguras durante todo ese tiempo.
Hoy las nucleares aportan el 22% de la energía total que se consume en España y la gran duda es si pueden, pese a su antigüedad, funcionar más allá del límite previsto. El debate sobre la prórroga a las nucleares está servido.
Grandes sumas de dinero. Por eso, para realizarlas, tanto los propietarios de las centrales como posibles inversores, exigirán que haya una rentabilidad acorde a sus expectativas. No solo en el plazo en el que estarán en funcionamiento, también en la cantidad que cobrarán por la energía que produzcan. La dificultad en estos momentos está en que el precio de la luz continua relativamente alto. No tanto como hace un año, o un poco más, pero 100 euros por MWh sigue siendo más del doble de lo habitual. Sin embargo, hace apenas 12 meses se llegaron a pagar 500 y hasta 600 euros/MWh como consecuencia de la crisis energética ocasionada por la guerra de Ucrania. Ahora guardan silencio. No se las oye decir nada como en el pasado porque en realidad el precio está muy bien para sus intereses.

Eso sí, no sucede siempre, en todas las horas del día ni tampoco los fines de semana. Cuando baja la demanda y aumenta la generación fotovoltaica pueden llegar a cobrar solo 20, 10 o, incluso, 0 euros. Mucho menos de lo que necesitan para funcionar. Está claro, las centrales nucleares también tienen costes fijos. Por eso, para ampliar su vida útil piden dos cosas. La primera que no suba su contribución al fondo para su desmantelamiento posterior y custodia de los residuos. Es decir, que lo pague el Gobierno. Además, pretenden que se les garanticen unos ingresos estables durante el periodo que sigan funcionando hasta su cierre definitivo. Demasiadas exigencias porque al final lo que exigen es una subvención encubierta. Tanto es así, que ya hay voces en contra que preferirían nacionalizarlas para que no se sigan forrando a costa de los consumidores.