No debería haber una única fecha en el calendario para ahorrar energía, bajar un grado los termostatos, apagarlos cuando no se esté en casa o cambiar las luces por LED. Todos los días deberían ser el de la eficiencia energética.
Lo cierto es que el calendario está plagado de días mundiales e internacionales. No hay jornada en la que no haya al menos una. De hecho, todas las fechas están cogidas y hay algunas de lo más curiosas. Llama la atención la de responder las preguntas a tu gato; la del orgullo friki, la anterior también tiene mucho de esto; la de saltarse la dieta y también en los charcos; o del hijo del medio. Otros son de lo más sabrosos como el de la pasta, la pizza o la croqueta. Y luego están los que, en realidad, deberían celebrarse a diario como el de la eficiencia energética.
Cada 5 de marzo desde 1998 se celebra el Día Mundial de la Eficiencia Energética. Iniciativa, que surgió con el objetivo de sensibilizar sobre la necesidad de reducir el consumo mediante un uso razonable y sostenible de la energía.
Sí, los 365 días del año deberían ser el de la eficiencia energética y todavía más en 2023. La transición hacia un modo más natural, limpio y sostenible de relacionarse con la energía está marcada en rojo en la agenda política. Es una directriz europea y las familias, poco a poco, empiezan a implantarlas en sus hogares. Tecnologías como aerotermia o geotermia cada vez empiezan a sonar más y los paneles solares están más cerca que nunca. El problema es que no están aparentemente al alcance de todos los bolsillos y suponen un gran desembolso económico.
El coste y el ahorro de la eficiencia energética
Sin duda, el futuro está en el ahorro energético. En el consumo responsable respaldado en una serie de medidas y apoyadas a nivel mundial. No es solo cosa de aquí. Debería darse a lo largo y ancho del planeta. Por eso, la primera debería ser la más evidente. Consumir menos energía y eso, como ha explicado Jorge Morales de Labra en Noticias Fin de semana de Castilla La Mancha TV, pasa por mejorar el aislamiento y adquirir electrodomésticos más eficientes. Al alcance de todos, como suena. Hay más. El siguiente paso es ponerse paneles solares porque quien tenga un tejado y no los haya instalado aún es que directamente está perdiendo dinero. La tercera es pasarse al coche eléctrico. Más sostenible y económico si uno no solo se fija en su mayor coste de adquisición. Y en último lugar está la climatización renovable.
No hay nada más eficiente que dejar de pagar la factura
En su versión más básica es la bomba de calor, pero además ya empiezan a resultar familiares términos como aerotermia o geotermia. Sobre todo, porque muchas modernas construcciones ya incorporan muchos de estos elementos. El funcionamiento, más o menos, lo controla todo el mundo. Por un lado, se trata de aprovechar el calor del aire para calentar un circuito de agua o de calefacción y, por el otro, el del subsuelo para lo mismo. Sin embargo, el problema de esta transición ecológica es el precio. Son tecnologías aún caras, aunque van reduciendo su coste y requieren de una gran inversión. En total, todos juntos pueden superar los 100.000 euros y no hay que negarlo, no está al alcance de todos los bolsillos. Eso, si uno solo se fija en el importe porque si lo hace en el ahorro la cosa cambia. Tanto que hay sueños que se hacen realidad.
Tener facturas energéticas 0 euros es posible. No es ninguna utopía dejar de pagarlas. Adiós al recibo de la electricidad produciéndola en instalaciones de autoconsumo fotovoltaica. También a la de calefacción y, por supuesto, se acabó ir a la gasolinera con el coche eléctrico.
Eficiencia energética más rentable que nunca
No hay nada más eficiente que dejar de pagar las facturas. Además, hay que tener en cuenta que la inversión cada vez tarda menos tiempo en amortizarse. No es solo cosa de sostenibilidad. También de ahorro económico y más con los actuales precios de la energía. Por cierto, hoy la luz vuelve a encarecerse. Incremento del 3,8% y sube hasta los 143 euros/MWh. Además, por séptimo día consecutivo no se aplicará la excepción ibérica. La cotización internacional del gas ha caído por debajo del límite establecido para que entre en funcionamiento. Así, mientras la situación se estabiliza hay quien apoya la eficiencia con pequeños gestos. Apagar las luces, cambiarlas por LED, cerrar grifos, bajar los termostatos… Menor consumo energético y mucho más. Por eso, ahora que la tecnología está disponible, el foco se pone en cómo se va a financiar.