Miedo a lo desconocido. Las dudas sobre la autonomía, la red de carga, el precio y también la crisis energética son algunos de los frenos al coche eléctrico que impiden que no termine de arrancar, aunque ya son presente y, sobre todo, futuro.
Tiempos modernos. Dicen que compartir es vivir, pero si se habla de movilidad es una nueva forma de hacerlo. En muchos lugares ya no hace falta tener coche para moverse. Se pueden tener varios. En realidad, todos los que se quieran. Existen un buen número de apps que ponen a disposición de los conductores todos los que se necesiten. Basta con tener un teléfono móvil y, por supuesto, carné de conducir. No importa el modelo. Solo la proximidad. El que esté más cerca. Así de fácil. Sin embargo, los que necesiten comprar uno, sea por el motivo que sea, lo tienen un poco más complicado. De combustión (diésel, gasolina, GLP…), híbridos, enchufables o 100% eléctricos. Nunca hubo tanta variedad de tecnologías para elegir.
Sin duda, uno de los dilemas que nos ha traído el futuro. Ya no se trata solo de elegir el tipo de combustible o las prestaciones. Va mucho más allá porque se trata de una nueva forma de ver la vida. Más en sintonía con las preocupaciones de las personas. Sin embargo, hace apenas un par de años daba la impresión de que la irrupción de los coches eléctricos sería mucho más rápida, pero ha tenido un freno. Se ha dejado el de mano puesto, literalmente. La crisis energética vivida en los últimos meses ha ralentizado la venta de este tipo de vehículos. No crece al ritmo previsto. Por así decirlo, ha pagado el alto precio de la energía y especialmente el de la electricidad que, por cierto, de récord durante largo tiempo. También el de los combustibles, pero en eso no se piensa al elegir automóvil.
Ahora mismo circulando por calles y carreteras de España hay unos 150.000 vehículos eléctricos. Tan solo 5,5% de todo el parque automovilístico. Cifra que demuestra que la electromovilidad no termina de arrancar.
La escasez de gas, el temor a un gran apagón… disparó el precio de la electricidad. Tanto que en algunos países como Suiza se llegó a elaborar un plan de medidas de austeridad que incluso llegó a incluir la prohibición en el uso de vehículos eléctricos. No se llegó a poner en marcha, pero ahí quedó plasmado. En otros lugares de Europa también se ha hablado y mucho de establecer ciertas limitaciones a la recarga de este tipo de vehículos en ciertos momentos. Sin ir más lejos en Francia que estuvo barajando la posibilidad de restringirlas en determinadas horas de los días laborables. Justo en las de mayor demanda. Esto es de lunes a viernes entre las 8 de la mañana y la 1 del mediodía y de 6 a 8 de la tarde. También en Reino Unido siguen la misma tendencia, pero con algo mucho más sofisticado.
El departamento de transportes de Inglaterra anunció el estudio del desarrollo de un sistema con el que los cargadores inteligentes ubicados en hogares y centros de trabajo dejen de funcionar automáticamente durante 9 horas. Eso sí, siempre coincidiendo con las de mayor consumo para no sobrecargar la red. Por este motivo, y a pesar de que las ventas de coches 100% eléctricos siguen creciendo en los últimos años, apenas representa el 3,5% del total. Curioso porque según una encuesta publicada recientemente el 44% de los conductores que prevé comprar uno nuevo tiene en mente que al menos sea híbrido. El precio, la autonomía, la infraestructura a la hora de cargarlo… son las principales dudas a la hora de dar el salto definitivo a la electromovilidad. Hasta ahora ni la subida de los combustibles ni las ayudas públicas han sido suficientes para convencerlos.
