¿Pueden las renovables abastecer toda la demanda mundial? Solo con la radiación solar que incide sobre la superficie de la provincia de Cuenca sería más que suficiente. Esto en teoría porque a la hora de ponerlo en marcha existen límites que lo dificultan.
Cada año el mundo consume 35.000 millones de barriles de petróleo. Esta dependencia de los combustibles fósiles contamina la Tierra y todo hace pensar que no durará para siempre. Ni los recursos ni tampoco el planeta. De hecho, los científicos estiman que ya se ha consumido más del 40% de petróleo que existe en la Tierra. Además, al ritmo de consumo actual se agotaría por completo en menos de 50 años, el gas en un poco más y el carbón en apenas un siglo y eso sin tener en cuenta la sostenibilidad ni el cambio climático. Por otro lado, de lo que sí que hay en abundancia es sol, viento y agua. Fuentes de energía que no se acabarán con el paso del tiempo. Por así decirlo, son infinitas. Por este motivo, se quiere sustituirlos por estas, pero ¿se podría tener una existencia basada únicamente en renovables?
Según un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) sólo faltan 42 años para que se agoten las reservas de crudo en el planeta, 65 para que pase lo mismo con el gas natural, y 150 para el carbón.
El hombre ha reflexionado sobre el tema durante décadas. Sin embargo, hoy tan solo abastecen el 13% de las necesidades de todo el mundo. Un buen comienzo, pero insuficiente. Alcanzar el 100% requeriría que la energía renovable fuera económica y accesible. Algo que supone un gran desafío. Incluso si se ignoran tanto los intereses económicos de las grandes empresas del sector y las políticas económicas involucradas y solo se enfoca uno en la ciencia, la ingeniería y la tecnología. Para entender el problema lo mejor es observar el uso de energía en todo el planeta. El sistema más complejo y diverso creado en el que todos los elementos requieren de sus propias soluciones. Lo ideal es ir por partes y centrarse primero en los usos más habituales en la vida cotidiana de la electricidad y los combustibles fósiles.
La electricidad se usa para todo. Desde para alimentar los altos hornos en los que se producen los materiales que se usan para construir edificios como para hacer funcionar sus ascensores o, mejor aún, los ordenadores de hogares y empresas. Mientras tanto, los combustibles juegan un papel absolutamente fundamental en todas las formas de transporte. En lo que se refiere a la parte eléctrica, la tecnología ya es lo suficientemente avanzada para capturar toda esa energía de las renovables. Además, hay gran oferta. El sol diariamente irradia alrededor de 173 mil billones de vatios de energía solar a la tierra. Aproximadamente 10 mil veces las necesidades actuales de toda la humanidad. Hasta se ha calculado la superficie necesaria en la que se deberían instalar paneles para dar respuesta a tal demanda con los niveles actuales de consumo. Entonces, ¿por qué no se construye esa instalación?
La respuesta es sencilla. Hay otros obstáculos como son la eficiencia y el transporte de energía. Para maximizar su rendimiento las plantas solares deben ubicarse en zonas en las que hay mucho sol durante todo el año como desiertos, pero están muy lejos de las zonas más pobladas en las que la demanda de energía es más alta. No es solo cosa de la energía solar fotovoltaica. Otras fuentes renovables como la hidroeléctrica, eólica, geotérmica o biomasa también tienen límites en función de su ubicación y disponibilidad. Además, la infraestructura para transportarla debería cambiar drásticamente. Las líneas eléctricas actuales pierden entre el 6% y el 8% de la energía que llevan y si fueran más largas la cifra de derroche sería aún mayor. Entonces, ¿cuál es la solución? Pueden ser los super conductores, pero la mala noticia es que solo funcionan a bajas temperaturas lo que frustra el objetivo.