Nervios en los mercados y no es por escasez. Europa recibe más gas de Rusia que nunca o al menos que antes del conflicto y ni eso parece calmar a los mercados. Precios disparados y más altos que hace una semana.
Ya se notan en todo el mundo. Más allá de las propias consecuencias evidentes derivadas de la guerra y de casi cualquier conflicto armado hay otras que en menos de una semana también se sienten incluso aquí. A más de 3.000 kilómetros de distancia y, sobre todo, en la economía. De efecto instantáneo. Casi tan rápido como pulsar un interruptor que a veces da la sensación de que la bombilla se ha encendido antes de terminar de apretarlo. A la velocidad de la luz. Solo hay que fijarse en un dato para comprobarlo. El precio de la luz hoy ha vuelto a superar los 300 euros por MWh. Hacía tiempo que no ocurría, pero tampoco es el récord absoluto. Casi, casi. De hecho, es el tercer máximo histórico. Así, los que hayan puesto la lavadora entre las 9 y las 10 de la mañana tienen malas noticias…
En esos momentos se han alcanzado los 400 euros MWh. Mala cosa. Por eso, las organizaciones de consumidores prevén un incremento de más del 40% en el precio de la luz en el mejor de los casos. Puede ser incluso peor y llegar casi al 110%. Motivo para la preocupación. Tampoco hay que asustarse, aunque el escenario es más complejo de lo que parecía en un primer momento. Máxima tensión en los mercados con una altísima volatilidad. No es algo nuevo ni exclusivo de la guerra. Lleva sucediendo durante los últimos 6 meses. Eso sí, con una importante diferencia. En realidad, más bien dos. Ahora el problema es que hay auténtico miedo en los mercados y eso que se está recibiendo más gas de Rusia que en el último par de meses. Situación realmente curiosa porque desde que comenzó el conflicto llega gas por todos los gaseoductos.
Incluso por el que pasa por Bielorrusia hasta Polonia. Por ahí, como ha recordado Jorge Morales de Labra en La hora de La1, no entraba nada desde noviembre. Más gas que hace una semana y ni siquiera eso es capaz de calmar a los mercados. Además, lo que más preocupa es que ocurra un poco como con el petróleo. Y es que desde hace un par de días se ha empezado a desechar el crudo ruso. Nadie lo quiere. Es decir, los compradores ya marcan el lugar de procedencia y ya no lo quieren comprar si el origen es Rusia. Auténticos problemas para el tercer mayor productor del mundo. Tantos que algunas compañías productoras rusas están empezando a mostrar su rechazo a la guerra y piden acabarlo cuánto antes. Por tanto, el temor es que pase lo mismo con el gas. Eso sí, es mucho más difícil sustituirlo.