Imposible pensar que el recibo de la luz de este año acabe en niveles similares a los de 2018 salvo que se intervenga de forma sustancial reduciendo los beneficios de las eléctricas.
La cosa está que echa chispas. Puede haber cortocircuitos y hasta dar calambre en cualquier momento. También da la sensación de que nada puede contener la escalada de precios de la luz. Con 135 euros por MWh, no el récord de hace unos días ni el que vendrá en los siguientes. Solo se ha tomado un ligero respiro y aún así… Tres veces más caro que tal día como hoy del año pasado. Entonces apenas llegaba a los 46 euros y era un precio más razonable. Impresionante subida de la luz que se justifica por el incremento de los derechos de emisión de CO2 y, sobre todo, por el del gas. Esta materia prima energética ha multiplicado en 365 días su valor por 12. Afecta a toda Europa por igual, pero no se traslada del mismo modo al recibo del consumidor.
Mañana más y probablemente peor. Esa es la tendencia. Así que cuando se oye que la intención es que el recibo de este año sea similar al de 2018 y a la vez se escucha que la electricidad seguirá subiendo un 25%, las piezas no encajan muy bien. Suena un poco a la cuadratura del círculo. Esa que se lleva intentando conseguir sin éxito desde tiempo de los griegos. Así, como ha explicado Jorge Morales de Labra En jake de EiTB, parece algo complicado. Eso sí, salvo que se intervenga de forma sustancial reduciendo los beneficios de las eléctricas. En caso contrario sería casi imposible conseguirlo en tan breve periodo de tiempo. Apenas quedan tres meses para fin de año y hay mucho que rebajar en las facturas. Una de las posibilidades es sacar las hidroeléctricas u otras tecnologías de la subasta para que no cobren el precio más alto.
La relación entre el precio del gas y el de la luz es tan directa que por cada euro que suba la cotización de la materia prima, la electricidad subirá al menos dos.
Funciona en otros países, pero en realidad no es tan fácil ponerla en práctica. No es tan sencillo. La legislación europea impide excluir a determinadas tecnologías de la subasta o limitar en el mercado las ofertas. Hay otra alternativa… Lo que sí que se puede hacer, y así funciona en otros países de la Unión Europea, es que después de la subasta se pueda ajustar cuentas con algunas centrales. Especialmente con aquellas a las que todo esto del gas y de los derechos de emisión de CO2 no les afecta para nada. Parece lo mismo, pero jurídicamente no lo es y eso al final es muy importante. Es decir, no se va a poder evitar que el precio vaya a seguir subiendo. Tampoco hace falta una bola de cristal para saber que el récord de mañana se volverá a batir muy pronto. Además, por una razón muy sencilla.
Sin ir más lejos ayer el gas en Europa cerró por encima de los 53 euros/MWh, pero es que ahora mismo ya esta cotizando en más de 55. Tampoco deja de subir y tiene sus consecuencias. Lo que ocurre es que por euro que se encarece la materia prima, son 2 euros de incremento en el precio de la electricidad del mercado mayorista. Así que solo desde ayer ya ha subido 4 euros y es algo que seguirá ocurriendo en el futuro. El problema con el gas es de tal calibre que la única forma de controlar lo que se paga por la electricidad es desligarlo de las tecnologías que no lo usan. Y como antes de la subasta está prohibido por Bruselas hay que pensarse muy bien cómo hacerlo…. A más largo plazo podría haber otras soluciones.