Está en la mano de todos. Más allá de datos y cifras que confirman la rentabilidad del uso racional de la energía, principal objetivo del plan de ahorro energético es la concienciación en materia de responsabilidad.
Reducir la dependencia del gas de Rusia es un trabajo colectivo, aunque comience con el plan de ahorro energético. Está en la mano de todos. En la que acciona el termostato de la calefacción o el mando del aire acondicionado; la que sujeta la manguera del surtidor; o con la que se hacen señales al conductor del autobús para que se detenga en la parada. Subvención del transporte público, límites a la temperatura en espacios públicos, fomento del teletrabajo… y tan solo son algunas de las medidas que se empezarán a aplicar en unos días. Eso sí, como casi todo, no están exentas de polémica. Sin embargo, la gran duda que generan es si realmente serán efectivas y si tendrán resultados. Más allá de cifras y números, lo importante es que ha introducido la eficiencia energética en las mesas de debate.
Hay infinidad de datos que confirman la rentabilidad de la eficiencia en el uso de la energía. Por este motivo, es el momento de dar un paso más y darse cuenta de la relevancia que tiene. No solo ahora en un contexto de crisis energética sin precedentes sino también desde hace mucho para garantizar el futuro del planeta. Todo importa. Así cuando la gente llegue a casa y vea que tiene el aire acondicionado a 22ºC en vez de a los 27ºC que se recomiendan podrá reflexionar. Pensará que algo no se está haciendo del todo bien. El papel de los medios de comunicación es fundamental. Sobre todo, cuando siempre se dice que por cada grado de más se ahorra un 7%. Lo mismo cuando se vaya a un centro comercial… Todo el mundo es plenamente consciente de que se pasa frío en verano y sobra la ropa en invierno.
Concienciación como parte fundamental de la solución a la mayor crisis energética de los últimos 40 años. El precio del gas 10 veces por encima de su precio habitual y se notará en los recibos. Por eso, hay que ser conscientes de la importancia del ahorro de energía.
Y eso que ya tenían límites. No es algo nuevo, aunque no se estuvieran cumpliendo. Existen desde el año 2009 cuando se establecieron en 26ºC en el aire acondicionado y en 21ºC para la calefacción. Ahora se han extremado un poco, pero tampoco demasiado. Apenas un par de grados, que tampoco es para tanto. Siempre hay críticos y ahora están los que piensan que van a vender menos por ajustar los termostatos. Sin embargo, no todas las medidas tienen el mismo impacto ni en el consumo ni en los bolsillos. El mejor ejemplo está en la iluminación de los escaparates. Mucho menor ahorro que con la limitación de temperaturas. Casi no se notará en las facturas, pero servirán como recordatorio de que hay que controlar el gasto. Tampoco serán las únicas medidas seguro que habrá más próximamente según vayan llegando los meses más fríos del año.