Rebajar el precio de la luz y contener la inflación, amortiguar las previsibles subidas del gas y limitar su contagio a la electricidad, … ¿Cuántos de los objetivos de la excepción ibérica se han conseguido ya?
¡Cómo para llevarse las manos a la cabeza! Y no es que se trate de un atraco, aunque un poco también. Tanto lío y revuelo, meses de trabajo y negociaciones y, de momento, da la sensación de que han quedado en nada en apenas un par de días. Tampoco es que sea así exactamente. Cierto, que la luz lejos de bajar con la excepción ibérica no deja de subir. Cada día un poco más. No hay manera de negarlo. Por tanto, el objetivo de abaratar los recibos no se ha cumplido ni de lejos. Era el principal efecto que se buscaba, pero no era el único. Había dos más…
Sin embargo, digan lo que digan, la excepción ibérica también tiene su parte positiva o menos negativa, según se mire. No todo es cuestión de cara y cruz o de ver siempre la botella medio llena o más vacía. No hay que quedarse solo en las apariencias o en el efecto inmediato. Hay que ser siempre capaz de mirar un poco más allá. El nuevo mecanismo de fijación de precios del mercado mayorista, desde luego que, tenía una intención a corto plazo y era controlar la inflación. Más allá de eso tenía otro objetivo no menos importante. Debía servir de colchón o amortiguador al precio de la luz. Un seguro que protegiera al consumidor de las más que probables subidas del gas. La situación de la energía es mucho más complicada de lo que parece. La mayor crisis desde la del petróleo de los años 80…
Petróleo, carbón, gas y, sobre todo, electricidad. El incremento de precio de la energía está generando la tormenta perfecta que pone en jaque a la recuperación económica mundial tras la pandemia.
Igual que entonces se ve en la gasolina, pero también en la electricidad y en el gas. Además, todo apunta a que lo será un poco más durante el próximo invierno. Por tanto, esta medida está pensada y diseñada para contener esa más que probable subida de precios de la materia prima y evitar su contagio a la electricidad. Eso sí que lo está consiguiendo y con nota. Solo hay que fijarse en un dato. Ayer mismo el coste del gas en Europa se incrementó más del 16%. Así, como consecuencia directa el precio de la luz aumentó por encima del 10%. Eso sí, en España también lo hizo, pero en menor proporción. Tan solo un 4% y es bastante diferencia. Hay más, porque hoy ha vuelto a ocurrir más de lo mismo… Nueva subida del gas en un 12%. En total, 28% en dos días. Se está conteniendo.
Mayor exportación a Francia, aumento del consumo eléctrico por la ola de calor y menor aportación renovable son algunos de los factores que explican lo que ha salido mal con la excepción ibérica en sus primeros días.
De 150 euros/MWh ha pasado a 154. Es decir, tan solo un 3% de incremento y está muy bien si se compara con el resto de países de la Unión Europea. Mucho menor y eso es también un éxito. Por eso, como ha contado Jorge Morales de Labra en Es noticia de Es radio, la parte “buena” (entre comillas) o la menos mala es que está amortiguando bien la subida. Y lo seguirá haciendo los próximos meses porque el gas no para de incrementar su valor. Con esto último también es importante quedarse. ¡Buenas noticias por fin! Y el tercer objetivo, o más bien consecuencia, de la excepción ibérica es que por primera vez la Comisión Europea ha reconocido que el mercado eléctrico no funciona. El sistema marginalista hace aguas (si es que lo ha hecho alguna vez) y hay que cambiarlo ya mismo.
Dos de tres es un 66% de acierto, pero falta el 33% restante. Quizá el más importante, sobre todo, a corto plazo. El abaratar la luz y controlar la luz sigue siendo la asignatura pendiente. De momento en los primeros días no se está terminando de conseguir. Habrá que darle un tiempo para asentarse, aunque la situación en Argelia tampoco es que vaya a ayudar mucho. Podría hacer que se incrementase aún más el precio del gas y, por tanto, la compensación al gas que hay que pagar a las eléctricas. El recibo de la luz sería mayor que el de ahora. Falta aún mucho.