La pieza fundamental en el tablero del conflicto es la energía. El papel del gas en la guerra de Ucrania es determinante y ya se lleva utilizando meses. Incluso desde antes de que se iniciara.
Existe un dato que lo explica todo. El 40% del gas que se consume en Europa viene de Rusia. Casi la mitad, pero hay países en los que es aún más, como Alemania, con cerca del 65%. O Letonia y la República Checa en los que la dependencia es total. Sí, del 100% y la situación con la llegada de la guerra a Ucrania puede ser grave porque no hay otras piezas sobre el tablero que puedan dar respuesta a las necesidades energéticas. Por fortuna, de momento el gas ruso no ha dejado de llegar a través del gaseoducto que pasa, precisamente, por Ucrania. A todas las partes les interesa que siga fluyendo. Tanto a Rusia que lo vende y es una de sus principales fuentes de ingresos como a los que lo compran porque lo necesitan. Por eso, en el sector todos coinciden:
Letonia, República Checa, … y hasta Alemania. La guerra en Ucrania puede comprometer el suministro en algunos países que han dejado en manos de Rusia su estrategia energética.
La estrategia para que Europa sea autosuficiente en materia energética pasa por las renovables. Más inversión en generación sostenible y limpia para que cada vez su participación en el sistema eléctrico sea mayor. Precios más bajos para los consumidores y sin emisiones de CO2. Fundamentalmente eólica y solar a los que otros quieren sumar y combinar con otras tecnologías como la nuclear. Por cierto, por muy de verde que la quieran poner no lo es. El debate ya está en marcha en la Unión Europea. Además del gas y la dependencia hay otro problema. El precio de la materia prima afecta directamente al de la luz. Por este motivo, como ha adelantado Jorge Morales de Labra en el Telediario Fin de semana de La1 es necesaria una intervención del mercado. No puede ser que toda la electricidad se siga pagando por la pequeña aportación que tiene en la generación.
El caso de España es diferente. Tanto que la comisaria europea de energía ha destacado las posibilidades de la red española para compensar la dependencia europea del gas ruso.
A diferencia de los países del Centro y del Norte de Europa, la dependencia de España del gas ruso es limitada. El pasado mes de enero sin ir más lejos no llegaron ni al 6%. Casi todo el que se consume llega desde Argelia. Luego se distribuye por toda la Península a través de una red de más de 11.000 kilómetros de tuberías. Sin embargo, no todo el gas llega por vía terrestre por medio de gaseoductos. También se recibe de Estados Unidos y lo hace en estado líquido a través de los grandes buques metaneros. Es el llamado GLP que para poderlo utilizar hay que volver a convertirlo en gas en las regasificadoras. Pues, precisamente, España es el país que tiene más plantas de este tipo. En total, 7 de las más de 20 que hay en el continente. Buen punto de partida.