La tensión es tan grande en el mercado del gas que ya no solo se refleja en los precios. También en las malas prácticas de los que lo transportan. Así funcionan y se les pone límites a los llamados piratas del gas.
En el mar Caribe o en cualquier otro alrededor del mundo. No son piratas de los de parche en el ojo, espada ni loro en el hombro, pero sus prácticas son de lo más similares. Lo habitual es que los barcos que transportan gas sean desviados de su ruta, incluso en el último minuto, porque en otro puerto pagan más por la mercancía. Así de sencillo. Cuestión de negocio y pasa más a menudo de lo que se podría considerar normal. De hecho, en plena crisis energética cada vez sucede más frecuentemente. Y es que… quien tiene un metanero tiene un tesoro y eso lo saben bien en los mercados internaciones en los que el precio se negocia casi cada segundo y con una alta volatilidad. El valor del GNL que transportan se puede llegar a duplicar en cuestión de días.
El problema es que ese es el tiempo que muchas veces deben esperar para descargar y, mientras, pueden pasar muchas cosas. En tan solo 24 horas el precio puede pasar desde los 80 euros/MWh a más de 160. Cambian el rumbo a favor del mejor postor, pero ¿cómo es esto posible? La clave está en la flexibilidad de los contratos. Es tanta que al final las grandes gasistas pueden decidir a quién vendérselo o si se arriesgan a pagar la sanción por no descargar en el lugar reservado. Eso mismo es lo que lleva sucediendo desde hace un tiempo en Bilbao. El puerto de España en el que más descargas de esta materia prima se producen al año. Se han incrementado un 50% en los últimos meses, pero eso también hacen que sufran de forma más habitual las malas prácticas de estos marinos mercantes. No es algo excepcional.
No es algo nuevo. La situación se repite desde hace años, aunque ahora se ha intensificado. Por eso, la CNMC creó una sanción y un preaviso de 120 horas de antelación, porque es el día a día en el mercado del gas natural licuado.
En lo que va de año ya ha ocurrido en hasta 7 ocasiones. Unos modificaron su ruta y todos al final decidieron descargar directamente en otro puerto donde les pagaban mejor. Por eso, ahora se piden mecanismos para garantizar la llegada del gas y evitar cortes de suministro. Marcar un régimen de sanciones a las compañías que ya han contratado y que luego cambian de opinión. Metaneros que venían a Bilbao y acabaron en China. Todo porque lo peor, es que es legal hacerlo, siempre y cuando se preavise con al menos 5 días de antelación. Hay veces que lo hacen justo antes de entrar en el puerto, pero ahí la clave está en la ventana de tiempo de descarga. Si no, lo que ocurre es que, como ha explicado Jorge Morales de Labra en La hora de La1, se exponen a una sanción. Tampoco es que sea muy alta.
Exactamente de 6 millones de euros. Puede parecer mucho, pero hay que fijarse en las cifras. El año pasado la carga de un metanero podía costar unos 20 millones. En aquel entonces nadie se la jugaba a pagar la sanción. Ahora la historia ha cambiado bastante. El valor se ha multiplicado por 10 y eso son ya 200. Por tanto, si en China pagan un 5% más, merece la pena pagar la sanción. Eso, si finalmente la ponen, porque pueden tardar en hacerlo más de 5 años. En realidad, es el propio mercado el que determina el precio y el destino. En Europa está el TTF, pero en China y Japón tienen los suyos propios. El que más puja finalmente se lo queda y la demanda en estos dos países asiáticos es muy alta. Demasiada competencia que se puede comprobar a través de aplicaciones que permiten el seguimiento de barcos.