Visible para todos, pero difícil de determinar. Sea como sea, pobreza energética, se refiere a aquellas familias que pasan dificultades para pagar las facturas energéticas con independencia de los límites que se pongan.

Hay definiciones que son complejas y aún así se entienden a la perfección. Felicidad o alegría, por un lado, y necesidad o conciencia, por el otro, son solo algunos ejemplos. Conceptos difíciles porque, entre otros motivos, no se pueden ver ni tocar y solo lo sienten quienes lo padecen. Sí, son subjetivos y muy difíciles de cuantificar. Algunos directamente no se pueden ni medir. La importancia de los datos. Pues con la pobreza energética y más en tiempos de pandemia sucede lo contrario. Aquí van unos cuantos: la Covid-19 ha hecho que el número de familias acogidas al Bono Social se haya disparado hasta 1.300.000. Demasiados. En tan solo 2 años la cifra se ha triplicado y cada día se suman 200 familias más. Y la situación se agrava por momentos ahora con la bajada de temperaturas, la situación económica y el mayor tiempo que se pasa en casa.
Desempleados, personas acogidas a un ERTE, autónomos, y pymes que hayan sufrido grandes pérdidas de ingresos podrían elevar los beneficiarios del Bono Social hasta los 4.000.0000.
Pero para hacerse una idea de todas estas cifras primero hay que saber lo que se entiende por pobreza y, en concreto, la energética. También si ha cambiado últimamente con la pandemia. Pues para la RAE se resume en tres palabras, cualidad de pobre, y hasta ahí se puede leer. La clave está en ese otro concepto que lo define como: necesitado, que no tiene lo necesario para vivir. Mucho más cercano a la realidad, pero sin cuantificar y ahí está la dificultad. Todo el mundo entiende bien lo que significa. Sin embargo, ni los mayores especialistas en la materia se ponen de acuerdo a los límites. Ni en España ni en la Unión Europea. Ahí es donde empieza la discusión. Hay diferentes circunstancias y condiciones. Así que como ha explicado Jorge Morales de Labra en Gente Despierta se debe simplificar como hace la RAE y, a la vez, ampliar.

Todo para identificar a aquellas familias que sencillamente no tiene los recursos para mantener la temperatura de su vivienda a un nivel razonable. Y ese nivel si que se puede cuantificar. De hecho, la recomendación oficial en España la da el Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético es de 21º durante el día y 18º por la noche. Aún así habrá familias que a esa temperatura sigan pasando frío. Por eso, es necesario ampliar el concepto aún un poco más. Sea como sea, pobreza energética, lo que viene a significar es una familia que pasa dificultades para poder pagar las facturas energéticas con independencia del límite que se ponga. Ya no solo es cuestión de calentarse o comer. Va más allá. También es tener luz que puede ser incluso más grave y que puede conducir irremediablemente hacia la exclusión social.
En España los beneficiarios del Bono Social se han triplicado en el último par de años y ya son más de 1.300.000 familias las que están acogidas a la ayuda.
Mucho más grave. Se trata también de poder lavar la ropa, cocinar, estudiar, relacionarse o, incluso, de acostarse en cuanto se hace de noche. De llevar una vida normal, ni más ni menos. Por tanto, hay un problema doble. El de mantener temperatura de las casas, pero hay otro mayor para las familias que tienen que elegir entre pagar el recibo de la luz y comer. Todas son necesarias para vivir. Afortunadamente es un problema del que la gente habla y lo comenta. Es visible para la sociedad, pero no lo son tanto sus soluciones. Existen y están ahí para quien las necesite y se canalizan a través del llamado Bono Social. Ayudas y descuentos para todos los que encuentren dificultades para pagar el recibo de la luz. También las hay para la calefacción. Todo para que no se apague la luz ni el calor en ningún hogar.