30 euros al año pueden no parecer gran cosa, pero al final todo suma. Ese es el precio de la potencia contratada y, por tanto, la cantidad que se puede ahorrar por cada kW que se consiga reducir.

Muchos nervios y preocupación. Normal asustarse cada vez que llega una factura. El precio de la energía está muy alto. Mucho menos que hace un año, pero si se compara con los que más o menos se consideran habituales siguen siendo caros. Por eso hay que estar muy atentos a todos los detalles para tratar de reducirla. Cada céntimo de euro cuenta y se va añadiendo al importe final del recibo: meteorología, franjas horarias, días de la semana… Eso en lo que se refiere al consumo de energía y también en lo que se refiere a la parte fija del recibo. Precisamente ahí lo más importante es la potencia contratada. No va a suponer un ahorro muy grande, pero todo suma porque no está la cosa como para derrochar y regalar el dinero por poco que sea.
Si no saltan los plomos al menos tres veces al año… es que se está pagando de más en la factura de la luz. La potencia contratada sigue siendo una de las asignaturas pendientes y su exceso supone más de 1.000 millones de euros.
Lo peor de todo es que la mayoría de las personas lo hacen sin darse cuenta ni saberlo. De hecho, más del 90% de los consumidores tienen más potencia contratada de la que necesitan. Es normal la parte fija del recibo no se revisa casi nunca. Cuando se da de alta este suministro se fija una y pocos son los que cambian alguna vez a lo largo de su vida. Además, si lo hacen es para subirla y rara vez para reducirla. Así, la regla de oro para saber si se tiene más potencia contratada de la que se necesita es que al menos se vayan los plomos 3 veces al año. Debería ser algo habitual y lo peor de todo es que casi nadie recuerda la última vez que le sucedió. Otra alternativa para averiguarlo es utilizar un medidor de potencia. Tecnología al servicio del ahorro.

Como ha explicado Jorge Morales de Labra en El programa de Ana Rosa, es la forma correcta de calcular la potencia necesaria porque el problema es saber hasta qué cantidad se debe bajar. Lo más normal es tener contratados 5,5 kW, pero en muchos casos es demasiado. Este dispositivo se conecta al cuadro eléctrico. Mejor siempre que lo instale un especialista, y lo que hace es registrar el consumo exacto en tiempo real. De este modo, al ir poniendo en funcionamiento y desconectando los diferentes electrodomésticos va proporcionando esta información, segundo a segundo. Sin duda, es la forma más precisa, pero tiene un coste importante si se compara con el ahorro que puede conseguir. Unos 200 euros que para la mayoría es un gasto relevante.

¿Cuánto se puede ahorrar bajando la potencia?
Esto es lo que importa y lo primero que hay que saber es que no todas las compañías cobran lo mismo por la parte fija del recibo, aunque esté regulada en el BOE. Lo que aquí se especifica es que se obliga a las eléctricas a que sea de al menos 30 euros por kW al año. Sin embargo, en algunos casos se puede llegar a cobrar hasta el doble. En realidad, sucede un poco lo mismo que con las tarifas eléctricas. Es decir, por la energía consumida. Las empresas que suministran electricidad bajo este mismo concepto suelen incluir un margen importante que puede llegar a duplicar el importe. En estos casos, por tanto, el ahorro será mayor. Eso sí, siempre teniendo en cuenta que como mínimo será de esos 30 euros fijados por el Gobierno por cada kW que se pueda reducir. Al final todo suma.