Rusia corta el gas y amenaza con congelar a media Europa. También con que a sus ciudadanos les de un ictus al ver las facturas. Nada de eso va a ser así, aunque el precio del gas sigue mareando y dando dolores de cabeza.
Algo que se veía venir desde hace tiempo. Tras meses de presiones y chantajes, Rusia cumple su amenaza y anuncia que corta el gas a Europa de forma indefinida. Lo hace y sigue amenazando. Es su principal baza, pero ya se está quedando sin margen de maniobra. Además, advierte que tan solo podría reconsiderar reactivar el suministro si se levantan las sanciones internacionales que se le han impuesto. Si reaccionan es porque deben estar funcionando. No quedan ahí la cosa porque allí siguen con sus juegos de palabras. Deben seguir dando sensación interna de fuerza, aunque la situación ya se les está escapando de las manos.
“Los políticos que han decidido las sanciones contra Rusia son los que abocan a sus ciudadanos a que sufran de un ictus en cuanto vean su factura de la luz… Y la situación será peor cuando llegue el frío”. Dimitri Peskov.
Efectivamente, ha cortado el gas, pero aún no de forma total. Todavía ha dejado activo el envío de una pequeña parte. Tampoco es muy relevante porque abastece solo a Hungría. Por cierto, el país de Europa más próximo a Rusia y, precisamente, uno de los que más apuesta porque se relajen las sanciones. Sea como sea, y digan lo que digan, este invierno no habrá ictus ni infartos.
Tan solo es el reflejo de la estrategia que está siguiendo desde hace ya varios meses para crear una imagen interna de fortaleza dentro de su propio país. Trata de hacer ver a su opinión pública el poder de Rusia haciendo que media Europa se congele este invierno, aunque no parece que vaya a suceder. Tanto es así que en las televisiones rusas la empresa gasista estatal Gazprom está emitiendo un lamentable anuncio. Sin palabras y únicamente con la fuerza de las imágenes y la música tratan de pintar una estampa casi apocalíptica para el resto de los países del continente. Todo para hacer creer a sus ciudadanos que son los que mandan, los que han cerrado el grifo del gas y los que van a hacer que el resto se hiele en los meses más fríos del año.
La situación está muy lejos de ser así. Solo hay que fijarse en el precio del gas en el mercado más importante de Europa. Ver su evolución da muchas pistas de cómo van las cosas. La semana pasada alcanzó otro récord. 350 euros/MWh cuando lo habitual es que esté en 20. Cuando el pasado viernes, después del cierre del mercado, Putin anunció que cortaba el gas de forma indefinida estaba en 215 euros. Es decir, ya había bajado un 30% y eso solo puede significar una cosa. Sencillo. Un intento a la desesperada de Rusia para frenar la bajada que estaba sufriendo el precio del gas en ese momento. No ha funcionado ni ha servido para recuperar las cifras de los días anteriores. Hoy, tras una ligera subida ayer, vuelve a situarse en los 220 euros por MWh.
Casi el mismo nivel que el día en que se suspendió el suministro. También tiene otra lectura. Y es que las amenazas de Putin cada vez tienen menos influencia en los mercados internacionales. Todo lo que podía hacer contra Europa ya lo ha hecho y el viejo continente se ha preparado para un invierno que va a ser difícil. No cabe duda de que va a tocar hacer esfuerzos. La situación está muy lejos de provocar ictus o congelaciones, pero sí dolores de cabeza por los altos precios. Además, eso tiene otra solución.