Lo que está pasando en el mercado eléctrico es inaudito. Nunca se había visto algo así con el precio de la luz y hay cierto desconcierto, pero ¿qué tiene que pasar para que se pague menos en los recibos?
Tan sencillo como que el precio sea justo y a la vez tan difícil como ponerlo en marcha por la resistencia que ponen las compañías eléctricas. Aparentemente contradictorio, pero no lo es tanto en realidad. Fácil en teoría, complejo en la ejecución, pero tan lógico como que solo haya mercado donde hay competencia y en el sector de la electricidad no siempre se da esta circunstancia. Nadie puede montar una central nuclear. Ganan dinero a 45 euros MWh y están cobrando 100. Multiplican sus beneficios un 400% sin que nadie se los pueda disputar. Lo mismo pasa con las grandes hidroeléctricas y en menor medida con las eólicas y las solares. Aquí está lo importante, como ha contado Jorge Morales de Labra en Todo es mentira de Cuatro TV. El 80% de la energía eléctrica del país no tiene nada que ver con el gas.
En cuanto entra en la subasta un solo KWh procedente de una central de gas, todas las demás tecnologías cobrarán el precio de esta última. El más caro de todos, por cierto.
Tampoco con la subida de precios de la materia prima en los mercados internacionales o con los derechos de emisión de CO2 de la Unión Europea. No les afecta para nada y, sin embargo, les está viniendo muy bien. Ingresan más dinero del que debería sin haber aumentado sus costes de producción y eso son grandes beneficios extraordinarios. La solución son las renovables. Energía limpia y más barata, pero aún no hay tantas como para satisfacer a toda la demanda. Todavía no, aunque se está en línea de conseguirlo. El objetivo es que sea así para el año 2040 y hay que esperar hasta ese momento. El problema está en la transición. Ahí está la clave. Solo hay que fijarse en cómo funciona el sistema marginalista para comprenderlo.
Parte de la solución está en las subastas de renovables. En la última celebrada este mismo año para energía solar y eólica se estableció una retribución de 25 euros por MWh. Casi 5 veces más barato que lo que se está pagando hoy a 107 euros. Todo porque las nuevas renovables son aún más baratas que las que están funcionando en la actualidad. Eso sí, aún no están en marcha. Al menos necesitan un par de años para su puesta en funcionamiento. Así que, de momento, todo se mantiene igual. En cuanto se necesite un solo MWh de gas a una hora concreta para cubrir la demanda todos seguirán recibiendo los más de 100euros de esta tecnología. Es el comienzo de la reforma porque a partir de entonces solo cobrarían lo que se estableció en la subasta. Es decir, 25 euros y contendría la subida del precio.
Por tanto, hay formas de solucionarlo. Los franceses sin ir más lejos ya lo hacen con la energía nuclear y los alemanes también. El cambio tampoco supondría una gran innovación, aunque no esté exento de presiones. De hecho, hace un par de meses ya se iniciaron medidas similares en forma de anteproyecto de ley que lo que hace es esto mismo sobre una parte muy concreta del mercado. El problema de los precios es que se encuentra en una parte muy pequeña de la producción. La que utiliza gas para producir electricidad. Así, al alto coste de la materia prima se le suman los derechos de emisión de CO2. En Europa quien contamina paga y eso es lo que pasa con las centrales de ciclo combinado. Hasta hay un mercado que lo regula y, por cierto, también está en máximos históricos. Se ha duplicado en menos de medio año.
El precio del gas y de los derechos de emisión se han multiplicado por cuatro. Desde los 12 euros/MWh a los 49 y hasta los 60 euros la Tm. de CO2 cuando no llegaba ni a los 20.
Pues, lo que plante la medida es que las empresas que producen electricidad sin emitir dióxido de carbono a la atmósfera devuelvan parte de esos beneficios extraordinarios. Más que nada porque no pagan luego por los derechos de emisión. Ni cuando costaban 25 euros la Tm. ni ahora que ya superan los 50. Les pretende obligar a que me devuelvan lo que han ingresado de más y eso más o menos son 1.000 millones de euros. Las consecuencias fueron inmediatas. El simple anuncio del anteproyecto hizo que se desplomaran en bolsa las principales eléctricas y su respuesta no se hizo esperar… Incluso llegaron a amenazar con cerrar anticipadamente las nucleares y eso encarecería aún más los precios. Eso sí, la reacción es el mejor reflejo de que la propuesta va en la dirección correcta. Aún habrá que esperar a ver cómo acaba.