Nunca antes se había hablado de los mercados en los que la energía no para de subir y que luego baja poco. Parecen los responsables de todo, pero ¿quién es el mercado del gas en realidad y por qué tiene tanto poder en los bolsillos de los consumidores?
Que si sube, que si baja… De tanto hablar del mercado ya parece casi como de la familia. Tampoco es que sea la oveja negra o el malo de la película porque en realidad pasa un poco como con Hacienda: somos todos, aunque algunos tengan mayor peso e influencia. Con solo encender la caldera ya se hace notar. Sin embargo, lo más preocupante de todo no es que tenga mal carácter, sino que sea imprevisible. Imposible hacer predicciones ni a corto ni mucho menos a largo plazo y más si se trata del gas. La situación es completamente insólita. Desde el pasado 9 de marzo no marcaba máximo histórico. Pues ayer lo volvió a hacer. Otras veces había estado cerca, pero sin llegar a superarlo. Hoy ha repetido hazaña y mañana probablemente también. Es lo que tiene el mercado. Lo que mejor le define es la susceptibilidad.
Todo le afecta y normalmente para mal, pero ¿quién… es el mercado? Sencillo, el mayor de toda Europa es el holandés. El llamado TTF que es en el que se negocia a diario el precio del gas licuado, el que viene por barco. El más importante en estos momentos porque como apenas llega ya esta materia prima desde Rusia por los gaseoductos debe hacerlo por vía marítima. Ese es el motivo por el cual no deja de subir. Todo el mundo quiere descargar y regasificar la mercancía de los grandes metaneros. ¡Se los rifan! La ley del más fuerte o del que pague más porque no hay otra forma de traerlo. Así, el mayor hub en el que se recibe está en Holanda y funciona un poco como la bolsa. Oferta, demanda e intuición a partes iguales. De ahí la susceptibilidad porque cualquier acto de declaración tiene inmediatas consecuencias.
El gas con precios disparados, pero por fortuna el petróleo, que también tiene su mercado, no está siguiendo el mismo camino. Lo mismo con la electricidad. Gracias a la excepción ibérica se están conteniendo las subidas que ya sufren el resto de Europa.
Como un acto reflejo. Si Putin dice que va a cerrar el grifo del gas, sube. Que el Canciller alemán dice textualmente que hará lo que sea para que sus ciudadanos no se queden sin gas en invierno, pues también lo hace. Acción y reacción para sacar el máximo beneficio. Todo eso hace subir y mucho los precios… Lo que sea puede significar que suba de 200 euros/MWh a 220 en un solo día cuando el precio medio de la última década es de tan solo 20. Además, tiene influencia en todos los países por igual. No solo en los que han dejado de recibir gas por gaseoducto. Más que importante porque siempre se habla de la situación del gas en Europa, pero… en España también afecta. No es una cosa lejana como puede parecer y que aquí no tenga repercusión porque no hay problemas de suministro. Todo lo contrario…
Influye y mucho directamente en el precio. A casi el 70% de los consumidores, los que tienen contratadas tarifas en el mercado libre, se les va a multiplicar la factura de la calefacción por 3 o, incluso, por 4. No es ninguna exageración y la razón es muy sencilla. Si el precio habitual es de 20 euros/MWh ahora está 11 veces por encima de su valor. Ya no es tan barato como antes que directamente se despreciaba en los yacimientos de petróleo y está disparando las facturas. Por eso, como ha comentado Jorge Morales de Labra en Hoy por Hoy de Cadena SER, están llegando a los consumidores avisos con estas actualizaciones de tarifa. Además, con agravante. Se advierte que con toda probabilidad no será la última. Habrá más y serán importantes. Hasta el triple que el año pasado que ya fue el recibo más caro de la historia.