Las pérdidas o fraudes en el sector eléctrico suponen hasta el 16% de lo que se paga en los recibos. En total, y en condiciones normales, más de 1.500 millones de euros que se acaban cobrando a todos los consumidores.
Ya no hay Robin Hoods y menos si se habla de electricidad. Lo de quitarle parte a los poderosos para repartirlo entre los que menos tienen no solo ya no se lleva en el s.XXI sino que además es imposible. Que el recibo de la luz se incluye de todo es algo que no debería sorprender a nadie. Lo único que ya es sorpresa es el precio. Cada vez más alto. No tiene límites. Por encima de 120 euros/MWh y lo que queda. Tal es la situación que poner la lavadora en el horario más barato cuesta un 20% más que en el más caro del año pasado. Apenas quedan trucos o consejos para tratar de aliviar los recibos. Funcionan, pero hasta cierto punto. Eso sí, son mucho mejores que hacer fraudes con la luz. Delito tipificado en el Código Penal y que se acaba pagando entre todos.
Artículo 255. Será castigado con la pena de multa de tres a doce meses el que cometiere defraudación utilizando energía eléctrica, gas, agua, telecomunicaciones u otro elemento, energía o fluido ajenos, por alguno de los medios siguientes… Código Penal.
Así, como ha contado Jorge Morales de Labra en Madrid Directo de Telemadrid, en el sector eléctrico se distinguen entre dos tipos de pérdidas: las técnicas y las no técnicas. En realidad, las últimas son un eufemismo para no llamarlas por su auténtico nombre. Fraude, así con todas las letras. Engancharse de forma ilegal a la red, manipulación de los contadores, utilización irregular de dispositivos que alteren la lectura, … Hay muchos y además todos están tipificados en el Código Penal. Son delito. Además, tanto las primeras como las últimas están socializadas. Es decir, se cuantifica la energía que se ha inyectado a la red y la que se factura y la diferencia se incluye en los recibos. Sí, entre todos se pagan los fraudes que cometen unos pocos.
También la que desaparece por el camino. Y es que hay otras pérdidas que son inevitables y esas también las cobran. Al mismo precio que la normal, por cierto, aunque no haya servido para nada. Durante el transporte de la electricidad la resistencia al material de la red eléctrica hace que parte de la energía se disipe en forma de calor. Es el llamado efecto Joule, pero también puede menguar por otras circunstancias: averías, cortocircuitos, derivaciones, …
Da igual el motivo, tanto unas como otras, todas se incluyen en el recibo. Así que en el fraude no hay Robin Hoods. Al final lo pagan los consumidores y no es poco el importe. Puede llegar a suponer casi una quinta parte del total del recibo. Sí, más que el IVA y otros impuestos que con la última rebaja no llegan a ese porcentaje. Es decir, por cada kWh consumido se paga en realidad 1.16 kWh. 16% extra y de propina en el que se incluyen ambos tipos de pérdidas. Es una auténtica pasada porque puede llegar a suponer más de 1.500 millones de euros y solo por el fraude. Eso con condiciones normales de mercado porque con los actuales precios mayoristas al triple de lo habitual llegarían hasta los 5.000 y se pagan entre todos a escote.