La tendencia es clara y no es solo cosa de España. En todos los países de la OCDE mandan. Prácticamente es lo único en lo que se está instalando. Sin excepción, pero, sobre todo, renovables para la electrificación de la demanda.
Todavía hay cierta confusión. Hay muchísimas personas que hablan y utilizan indistintamente los conceptos de energía y de electricidad cuando no son lo mismo ni tampoco es que impliquen las mismas cosas. De hecho, en el consumo energético total tan solo supone una cuarta parte. La mayor parte de las fuentes suelen provenir directamente de los combustibles fósiles. Es mucho más relevante el gasto en gas para la calefacción o en carburantes para automoción que la luz en sí misma. Sin embargo, la tendencia a largo plazo va hacia la electrificación total de la demanda. Cada vez hay más personas que tienen coche eléctrico y además desde hace mucho tiempo. Tanto que sus hijos piensan que las gasolineras son el lugar al que exclusivamente se va a comprar hielos. Importante desde el punto de vista de la concienciación de los jóvenes…
Y también porque al final todo el mundo tendrá ¡coche eléctrico! Es más, la calefacción de todas las casas utilizará esta misma fuente de energía. Las bombas de calor están llamadas a sustituir a los sistemas convencionales por la sencilla razón de que son más eficientes. Por tanto, se va a electrificar por completo la demanda. De este modo, la electricidad, que en este momento tan solo supone el 25% del total, una cuarta parte, va a ir ganando mucho más peso. Ahí es donde está la importancia de las renovables. Nada de esto tendría sentido si se produjera con combustibles fósiles. Esa es la razón por la que casi toda la inversión nueva en generación eléctrica es renovable. Fuera de este sector no lo es tanto y ahí es donde toca ponerse las pilas, nunca mejor dicho. Todavía hay mucho que hacer, aunque el camino está marcado.
En 2022 ya en países tan cercanos como Alemania y Reino Unido prácticamente, uno de cada tres coches es eléctrico. Mientras, en España todavía se está muy lejos y se corre el riesgo de que se convierta en el desguace de Europa.
En España las renovables han estado prácticamente paradas durante más de 7 años. Sin apenas instalaciones, pero ahora, en los últimos cuatro años se está volviendo a invertir una parte muy importante. Solo durante el año pasado se han conectado a la red casi 10 TW. Una cantidad equivalente al 4% de la demanda total del país. En solo 365 días se ha logrado cambiar ese mismo porcentaje de fuentes como el carbón, gas o nucleares por otras sostenibles. A este ritmo en 25 años se podría llegar a sustituir el 100% porque en estos momentos ya la mitad son renovables. El ritmo es bueno, pero lo mejor de todo es que se puede y se debe incrementar un poco más. Eso sí, también tener en cuenta que esto supone enfrentarse a un problema como se ha podido comprobar a principio de año.
Es tal el exceso de renovables en el sistema que en algunas horas del día los precios son 0. Algo que llama mucho la atención y que llena de titulares los periódicos, pero es cierto. Luz casi gratis para todos aquellos que tengan una tarifa variable. Sin coste en el mercado mayorista, aunque luego hay que tener en cuenta que hay que sumarle otros conceptos. Aunque sea poco al final algo hay que pagar en las facturas. Tan irracional es pagar precios de hasta 800 euros por MWh, como en los meses de febrero y marzo de 2022, como que no tenga coste. Los habitual es que sea de 40. Esto implica que algo está fallando en el mecanismo de formación de precios. Está rompiendo sus costuras. Las reglas deben ser cambiadas para continuar avanzando hacia el objetivo de la total electrificación para el año 2050. No queda tanto.